El PSOE teme que la subida de la abstención en la hipotética repetición electoral del 10 de noviembre pueda suponer la pérdida de la presidencia del Gobierno. Así se está reflejado en las encuestas internas que se manejan en Moncloa, donde se empieza a dudar sobre la estrategia marianista que se ha llevado a cabo durante los últimos meses.
El vuelco electoral que plantean esas encuestas se resume en varios factores. Primero, en que la frustración del votante progresista ante la ausencia de pactos podría derivar en un aumento de la abstención. Segundo, que la debilidad de VOX y Ciudadanos suponen un auge del PP y la reactivación del votante conservador, por lo que este bloque podría aumentar en apoyos y sufrir con menor intensidad la fragmentación que vivió el 28-A.
Además, Pedro Sánchez ha perdido otros factores que le habían animado a vivir un nuevo encuentro en las urnas. Entre ellos, la posible declaración de Esperanza Aguirre (mentora de Casado) y Cristina Cifuentes ante el juez por la trama Púnica: el juez Manuel García Castellón baraja aplazar las citaciones en ese contexto para no interferir en los procesos electorales, como ya hizo antes de la investidura de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid.
No todo son críticas dentro de la formación socialdemócrata. Los mayores defensores de esta cita, entre ellos el estratega Iván Redondo, consideran que una segunda vuelta electoral reforzaría al PSOE como gran partido de centroizquierda ante la caída de Podemos y podría doblegar a Ciudadanos, que perdería apoyo electoral, se alejaría del PP y comprobaría que la estrategia para superar a los populares no fue acertada. Quizás con ello, esperan, podrían establecer finalmente un pacto de investidura.
Demasiadas condiciones para un partido que carga con la repetición electoral
En un contexto tan volátil y fragmentado como el actual, las quinielas pueden convertirse en papel mojado en cuestión de horas. Sin embargo, hay factores a tener en cuenta y, uno de ellos, es que las previsiones de Redondo dependen de demasiados condicionantes a tener en cuenta.
Entre ellos, que los 140 escaños que esperan obtener con una repetición electoral se darían superando el 30% de los votos, con el PP sin alcanzar el 20% y con Ciudadanos por debajo del 13%. La cifra prevista para los naranjas parece factible, no tanto la pronosticada para los populares, que también podrían verse beneficiados de una reactivación del voto conservador y la fuga de voto desde Cs y VOX.
Por úlitimo, habría que comprobar si las estimaciones del PSOE de superar ese 30% se cumplen y si realmente, con el estigma de la repetición electoral (aunque es cierto que pesa con mayor fuerza sobre Pablo Iglesias tras rechazar una vicepresidencia y tres ministerios), Pedro Sánchez consigue quedarse con todo el votante de izquierda mientras araña el máximo posible en el caladero del centro e incluso centroderecha más moderado. Se espera una campaña a cara de perro con Podemos con el objetivo de culparse mutuamente de la repetición de elecciones, lo que puede desmovilizar a la izquierda y fortalecer a la derecha.
La relación con sus socios
Aún viviendo los cálculos más optimistas, que ya fallaron en las elecciones andaluzas, habría que comprobar cómo se gestionaría nuevamente el día a día con sus socios de cara a iniciar una nueva investidura.
En el caso de que Ciudadanos finalmente diese su brazo a torcer, hay posibilidades de que la formación de Albert Rivera no sumase los escaños suficientes para alcanzar la mayoría absoluta, tal y como sí sucede ahora.
En ese caso, la única opción posible es un Partido Popular fortalecido, con Pablo Casado recibiendo al votante cabreado de VOX y Ciudadanos que, parece, estará poco dispuesto a devolver el 'favor' que llevó a Mariano Rajoy a su segundo gobierno.
En el flanco de la izquierda, falta ver qué sucederá con sus 'socios naturales', Unidas Podemos, con quien se han roto todos los puentes durante esta legislatura. Si la formación morada vive una debacle y Errejón consigue un buen dato en Madrid, sí podría verse obligado a ceder un pacto a la baja, con la presión interna al máximo y los partidos independentistas mostrando públicamente el apoyo que ya escenifica Gabriel Rufián.