La Navidad, esa época en la que la dieta pasa a segundo plano, las reuniones familiares alcanzan cotas de cuñadismo insuperables y, sobre todo, nuestra cabeza estalla ante un hilo musical interminable de villancicos. Sí, la Navidad nos encanta.
Dejando de lado que todos sabemos de sobra que 'los peces beben en el río' y que el burro 'arre, arre', lo cierto es que la matraca musical tiene serios riesgos para la salud: puede provocar secuelas de estrés y ansiedad. Y no lo decimos nosotros.
Quien nos advierte, es la psicóloga Linda Blair, que en declaraciones a Sky News ha asegurado que la música tradicional de las Navidades, una festividad que se adelanta año a año, puede producir cuadros de ansiedad y estrés a causa de la euforia consumista que destaca en estas fiestas tan señaladas.
El motivo al que apela se basa, en que el recuerdo de este tipo de melodías resulta agobiante y remite a nuestra mente a toda una época de gastos y estrés para quienes tienen que organizar encuentros familiares, desplazarse, reunirse y comprar regalos.
La difícil capacidad de concertar fechas, elegir obsequios entre la multitud que acude a los centros comerciales y la gran labor que supone preparar una cena de Nochevieja o Nochebuena, son claras muestras del problema que puede provocar en muchos ciudadanos la cara menos amable de estas fiestas.
Pero si al ciudadano de a pie le resulta insoportable vivir este tipo de experiencias, empaticen con aquellos que trabajan en los establecimientos en los que adquirimos nuestros regalos familiares.
Pasar, literalmente, más de ocho horas escuchando 'Navidad, Navidad, dulce Navidad' a todo volumen y en bucle, no es una experiencia recomendable para nadie. Si a ello le sumamos los clientes preguntones y los choques entre compradores compulsivos acudiendo en masa, pueden comprender que el estado que produce no es, precisamente, de estilo zen.
Todo ello, puede generar estados de ansiedad y angustia que pueden continuar en el tiempo tras el fin de las Navidades. A ello se suma la acumulación de cansancio que produce la combinación del desgaste de la ansiedad y las dificultades para conciliar el sueño que provoca.
Efecto de 'U' invertida
Los efectos que producen los villancicos dependen de muchos factores y no son iguales en cada persona. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, el estado de ánimo, los antecedentes personales, o la posible existencia de una patología previa.
Pero, por regla general, el síntoma que produce esta música 'martilleante' se puede traducir en el efecto denominado como 'U' invertida. Se basa en que un estímulo puede resultar en un primer momento más agradable, familiar y sobre todo, novedoso.
Sin embargo, todo cambia cuando la persona se adapta a la mencionada novedad. El efecto comienza a desaparecer y, por el contrario, comienza a florecer una especie de sensación de desagrado que continuará derivando en un genuino odio.
Es lo que sucede cuando nos enamoramos de una canción y comenzamos a escucharla prácticamente en bucle. La reproducimos en nuestro móvil, la tarareamos, hasta soñamos con ella. Pero llega un día en que, de repente, la aborrecemos: no queremos volver a escucharla.
Eso es lo que sucede en estos casos, y sobre todo, en los dependientes de tiendas que tienen que estar aguantando diariamente el mismo tipo de hilo musical en sus establecimientos. Que terminan aborreciéndola.