Se llama profilaxis post-exposición y no es tan conocida como debería en un momento en el que nos encontramos con 10 nuevos casos de infección por VIH al día tan sólo en España.
Evidentemente, el uso del preservativo es fundamental para evitar este tipo de situaciones y es la única vía segura de evitar contagios. El problema radica en que los profilácticos, en algunas ocasiones... fallan.
Ya sea por su mala utilización, por la mala conservación o por algún defecto de fábrica, hasta el 31,3% de los hombres ha sufrido en alguna ocasión un problema de este tipo. Y si el preservativo se rompe, su efecto se anula: corremos el mismo peligro que si no hubiéramos llevado un condón.
En estas situaciones, lo primero que cunde es el pánico y el miedo a un contagio. Pero las esperanzas aún existen: se llaman profilaxis post-exposición y la cubre la Seguridad Social.
¿Qués es la PPE?
La Profiliaxis Post-Exposición (PPE) es un medicamento de 28 días de duración que se administra a todas aquellas personas que han sufrido un posible contagio por VIH. Las relaciones de riesgo son las más comunes, pero también se suministra en casos de violaciones o por accidentes en el entorno médico.
Su efectividad se limita a las 72 horas posteriores al suceso, es decir, tres días; aunque se reduce a medida que pasa el tiempo y el verdadero ideal se encuentra entre las seis y las 10 horas.
La medicación previamente se componía de tres pastillas diarias, retrovirales como la Truvada, AZT o DRV, pero en la actualidad se ha reducido a una para ahorrar costes, con una efectividad igual.
¿Cómo la consigo?
Es muy sencillo: la medicación únicamente se puede conseguir en las urgencias hospitalarias. La Seguridad Social cubre el tratamiento, a razón de veinte euros por pastilla que el usuario no tiene que pagar.
La toma de esta medicación, considerada como 'pastilla del día después' se debe de considerar como un recurso de urgencia y no de prevención. La efectividad no es del 100% y los profesionales no pueden confirmar la eliminación total del riesgo de contagio. Únicamente se reduce de manera importante.
¿Qué proceso pasaré?
En la llegada a Urgencias, el médico realizará una especie de cuestionario breve con el fin de valorar el riesgo real de contagio que ha sufrido el paciente.
Tras este intercambio de palabras, se procederá a realizar un análisis de sangre que descarte que la persona que acude a Urgencias ya tiene el virus: estas pastillas no lo curan, tan sólo previenen el contagio.
Este paso es importante: al menos el 20% de los portadores del virus del VIH no sabe que lo tiene. La enfermedad puede pasar inadvertida hasta el momento más crítico, cuando se convierte en SIDA y cuando realmente puede terminar con su vida.
Tras la muestra de sangre, el médico proporcionará un blister de tres pastillas de toma diaria. Además, citará al paciente para el siguiente día con el fin de continuar con el tratamiento. Es fundamental acudir a esa cita si se quiere prevenir el contagio realmente.
¿Y después?
Al día siguiente, el médico valorará con reposo la situación del paciente. En el caso de que los análisis de sangre estén disponibles, aprobará o no la continuación del tratamiento.
Además, se volverá a realizar un cuestionario para conocer el riesgo real de contagio y las rutinas del paciente para aconsejarle. Tras este encuentro, el paciente recibirá un bote con otras 25 pastillas para completar el tratamiento: dura un mes.
Mientras tanto, la persona que acudió a Urgencias deberá programar un segundo análisis para valorar nuevamente su situación y si se ha prevenido el contagio. Las pastillas, de 28 días, se tienen que tomar religiosamente a diario.
Ha pasado un mes...
Con el tratamiento terminado, el paciente deberá de realizarse un segundo examen para certificar que los anticuerpos del virus no se han desarrollado.
Si así sucede, aún no se descarta el contagio. El tratamiento ha terminado, por lo que la persona debería de continuar con sus rutinas y, sobre todo, extremando sus precauciones.
El verdadero certificado llegará otros dos meses después: deben de pasar hasta tres meses hasta que la prueba no tenga el valor real que constate que la persona no es VIH positivo. Cuando esto sucede, se da por terminado el tratamiento, aunque se recomienda repetir los análisis seis meses después de la relación de riesgo.
¿Cómo evitar que vuelva a suceder?
Los preservativos actuales tienen una alta fiabilidad y la mayoría de casos proceden del mal uso que les damos. Por todo ello, conviene seguir algunos consejos para evitar este tipo de situaciones:
-No usar dientes, tijeras, uñas u objetos afilados y cortantes para abrir el envase.
- Es importante almacenarlos en lugares frescos, mejor evitar mantenerlos durante largos períodos en lugares como la cartera o la guantera del coche.
- Al colocarlos sobre el pene, hay que apretar el depósito y desenrollar observando fijamente que no haya ninguna burbuja.
-El uso de lubricantes evita las roturas. Muy importante, sobre todo, en casos como el sexo anal.
- No usar preservativos que han sido empleados para la realización previa de sexo oral.
- Es fundamental comprobar siempre la fecha de caducidad.
- Las versiones 'fino' o 'extrafino' ofrecen mayores posibilidades de rotura.
- No reutilizar los preservativos en ninguna ocasión.
Con estos consejos podemos evitar un susto desagradable, pero sobre todo hay que tener en cuenta que, en situaciones de emergencia, tenemos un recurso al que acudir. Y, siempre que haya dudas, antes que comernos la cabeza,es mejor rellenar de agua el preservativo tras el encuentro, y comprobar que no ha existido rotura durante la relación sexual.