El orgen de la especie es algo que siempre ha atraído al ser humano. Esta pregunta encontró respuesta en la teoría de la evolución de Charles Darwin, que estableció la relación de parentesco de la especie humana con los grandes monos, los antropoides. Un ancestro común y millones años de evolución nos han llevado a ser lo que somos hoy en día.
Sin embargo, la teoría mundialmente aceptada de que venimos del mono ha encontrado un detractor. Eugene McCarthy, licenciado en matemáticas, especializado en ciencias genéticas y doctorado en genómica computacional, plantea una nueva hipótesis del origen las especies basándose en la hibridación.
En su libro 'La hipótesis híbrida: una nueva teoría de los orígenes humanos', explica que nos parecemos mucho más al cerdo de lo que creemos, y podríamos ser el resultado de una relación entre un puerco y un mono. Y es que, si existen las mulas, que son el cruce entre yeguas y burros, ¿por qué no podría haber sucedido eso con los seres humanos?
Un huevo y una castraña
A pesar de que, a priori, la hipótesis de McCarthy no parece demasiado descabellada, ya que entre el 10 % y el 30 % de las especies de plantas y animales multicelulares se hibridan regularmente, el resto de expertos la han descartado.
Para el resto de expertos, no es válido porque no está proponiendo una "unión" entre un bisonte y un búfalo, sino la de "un huevo a una castaña". Añaden, además, que es un error asumir algo como fruto del mestizaje, en lugar de pensar que podría ser genéticamente heredado. Por ejemplo: un ornitorrinco es el producto de una herencia compartida entre aves y reptiles, preservada en mamíferos primitivos, no un producto de una relación entre aves y mamíferos.
Darwinismo y Lamarckismo
La doctrina darwinista gradualista es la que siempre se nos ha enseñado. Los individuos más aptos transmiten poco a poco sus genes, hasta que desplazan a los menos aptos mediante la selección natural.
Sin embargo, también conocemos la existencia del lamarckismo, su teoría rival: el medio cambia las cualidades del individuo, que los transmite a sus herederos. Actualmente, la epigenética (que es el estudio de modificaciones en la expresión de genes que no obedecen a una alteración de la secuencia del ADN y son heredables) demuestra que el estilo de vida sí puede provocar cambios que posteriormente serán heredados.
Saltación
McCarthy dice que tenemos que enfocarnos en la saltación, que es la teoría evolutiva que mantiene que de vez en cuando se produce un cambio grande y repentino entre generaciones. Admite que, por ejemplo, un mono podría haber tenido una relación con un cerdo y este le habría brindado algunas de sus características, como si de una ETS se tratara...
Esto encaja en su Teoría de la Estabilización, que exclama que algunos eventos particulares crean cambios repentinos que luego se van estabilizando a lo largo de generaciones. McCarthy, además, utiliza los fósiles para respaldar su pensamiento: ¿por qué los yacimientos que encontramos muestran largos periodos de invariabilidad y luego ofrecen un fuerte salto evolutivo?
Parecidos razonables
Eugene McCarthy mantiene que coincidimos hasta en 100 rasgos con los cerdos, como las válvulas cardíacas, los músculos de la cara, la piel sin pelo o los riñones. Sin embargo, también se respalda en rasgos conductuales, admitiendo que ambas especies dominamos la natación, el tiempo de copulación es extenso, las hembras pueden tener orgasmos y tenemos tendencia al alcoholismo.
No obstante, admite que podríamos venir de una mezcla entre el mono y el cerdo más por las diferencias que hay con los chimpancés y con el hombre. Compartimos un 99 % de genes con los monos, y tenemos 46 cromosomas, pero no ha sido posible crear descendencia híbrida con ambos.
Si la hipótesis de McCarthy se demostrara, la biología moderna daría un giro de 180º, aunque por el momento no ha logrado convencer a nadie.