La prisión permanente revisable ha sido uno de los asuntos más controvertidos desde que Mariano Rajoy fuese elegido Presidente del Gobierno en 2011. Con su puesta en vigor en marzo de 2015 gracias a la mayoría absoluta de los populares, cambiaba la máxima pena privativa de libertad, situada hasta entonces en 40 años. La prisión permanente revisable, por el contrario, no establece una fecha de salida de la cárcel, sino que, cada 25 o 35 años, el recluso deberá cumplir unos estrictos requisitos de rehabilitación. De no ser así, podría llegar a pasar el resto de su vida entre rejas.
La oposición rápidamente condenó la ley, al considerar que con ella regresaba la cadena perpetua a España. Ya en 2017, con un Congreso totalmente diferente en su composición, se llevó a cabo el primer paso para la derogación de esta medida, con el único voto en contra del PP y la abstención de Ciudadanos.
El caso Diana Quer ha vuelto a abrir el debate sobre los términos y la necesidad de la prisión permanente revisable, todavía vigente. Es más, en caso de confirmarse una agresión sexual previa por parte de 'El Chicle', José Enrique Abuín sería el segundo condenado bajo los cauces de esta normativa. El primero fue el parricida de Moraña, David Oubel, culpable del asesinato de sus dos hijas.
Mientras el PP aprovecha la situación para exigir la suspensión de la derogación de la ley, analizamos qué ha sucedido durante las últimas décadas en otros países europeos a la hora de tratar a criminales de este nivel en su territorio, y qué leyes imperan al respecto.
1 Francia, el ejemplo más parecido
El país vecino derogó su famosa guillotina hace apenas 35 años (en 1981), y aprobó la cadena perpetua revisable, o perpetuité incompressible, en 1994, en el último año de presidencia del socialista François Mitterrand. Sus postulados se asemejan en gran medida a la prisión permanente española, con un tribunal que delibera si el preso puede salir o no de la cárcel. Sólo podrá revisarse la condena cuando haya cumplido más de 30 años.
Al igual que en España, el crimen cometido solo podrá catalogarse en este nivel de gravedad si incluye delitos de sangre y sexuales, terrorismo o magnicidio. En Francia ya ha habido tres condenados a perpetuité incompressible. El último de ellos, Michel Fourniret, por la violación y el asesinato de más de diez niñas y adolescentes.
2 Italia, más benévolo... menos cuando se trata de la mafia
El país mediterráneo también contempla la cadena perpetua aunque, al menos en la práctica, la persona encarcelada puede pedir la libertad condicional al cumplir 26 años entre rejas. Sin embargo, puede beneficiarse de las revisiones que realiza un tribunal especial a los presos cada 20 años que pasen en la cárcel y salir antes en libertad.
Estas posibilidades se cierran de golpe para los capos de la mafia, a los que no les queda otra que ver pasar el resto de su vida entre esas cuatro paredes. Así ocurrió con Salvatore Riina, jefe mafioso que incluso planteó destruir la torre de Pisa a principios de los 90.
Solo existe una manera, envuelta en polémica, de que los mafiosos consigan una revisión de la condena: cooperar con la justicia.
3 Reino Unido: todo queda bajo la interpretación de los jueces
El país anglosajón abolió la pena de muerte en 1965, pero esta derivó en cadena perpetua. Y bastante firme: cualquier delito de sangre o violación entra dentro de los parámetros establecidos.
No obstante, la cadena perpetua revisable queda en Reino Unido ligada a lo que decidan los jueces. Sin embargo, hay que cumplir mínimo de años en prisión para que se plantee la salida en libertad. La media de las penas, eso sí, suele estar en torno a los 15.
4 Alemania condena especialmente los delitos xenófobos
En Alemania, la cadena perpetua puede ser revisada a los 15 años, con unos requisitos para lograr la libertad mucho menos exigentes que en el resto de países europeos.
Hay, sin embargo, una serie de excepciones recogidas en el Código Penal alemán y catalogadas como 'delitos de extrema gravedad' que impiden, incluso, una posible revisión. El más destacado es el asesinato con tintes xenófobos, duramente penado en Alemania como respuesta al exacerbado racismo de la época nazi.