La publicación de los mensajes privados entre Puigdemont y Toni Comínhan evidenciado lo que el propio expresident admitió tajantemente: "el procés ha muerto". Unas palabras que escribió mientras afirmaba que era "el único candidato posible", en una declaración dirigida a todos los catalanes.
La caída de Puigdemont, su propio final político a través de unos mensajes escritos por propia voluntad, evidencian las grietas insalvables entre republicanos y demócratas, influidas por la falta de apoyos en el electorado, la poca disposición de Puigdemont a ceder y, sobre todo, la falta de consenso en cuanto a la hoja de ruta a seguir a partir de ahora.
Entre las filas de ERC no olvidan que su propio líder, Oriol Junqueras, permanece en prisión sin que el expresident le avisara para huir a Bruselas. Las diferencias partieron cuando el líder republicano forzó al president a proclamar la DUI, pero sus antiguos socios no comprenden que Puigdemont continúe en Bruselas, prófugo de la Justicia, mientras que parte de sus simpatizantes continúan en prisión.
En una situación judicial complicada, no solo para Junqueras, sino para otros miembros destacables como Marta Rovira y, sobre todo, Carme Forcadell; los republicanos han decidido distanciarse y apoyar una vuelta momentánea a la senda de la moderación.
En todo un cambio de criterios, gran parte de los demócratas afines a Puigdemont han recrudecido su discurso contra los republicanos, a los que acusan de "traidores" (en público sea de manera velada). A ellos se suma la CUP, lo que dejaría a ERC en una posición débil en el soberanismo, pero sin olvidar su apoyo fundamental para la formación de gobierno.
"¿Tú inmunidad y yo a la cárcel?"
Los ataques se han recrudecido desde que Roger Torrent llegó a la presidencia del Parlament catalán. El líder de la cámara y su formación saben que si se fuerza un cambio de reglamento para forzar la investidura, el propio Torrent podría enfrentar serios problemas con la Justicia.
En este sentido, los republicanos no comprenden que Puigdemont pida al propio Torrent que cumpla con una decisión que le enviaría a la cárcel, mientras que el expresident pide inmunidad para acudir a la cámara y vivir en Bruselas.
No hay que olvidar que la presidencia del Parlament era propiedad de ERC a cuenta del reparto de poderes entre el antiguo Junts pel Sí, y que Torrent llegó al cargo como descarte, tras la renuncia de Forcadell y Mundó a cuenta de su complicada situación con la Justicia.
Cambio de hoja de ruta
El plan de la discordia pasaba porque el Parlament aprobase la inmunidad de Puigdemont para asistir a los plenos sin que la Policía pudiera detenerle por los delitos de rebelión, sedición y malversación de caudales públicos.
Esta vía no se puede llevar a cabo, básicamente, porque la Cámara no puede evitar las sentencias judiciales. Si así fuera, cualquier imputado por corrupción, por ejemplo, podría actuar con completa impunidad.
Puigdemont era consciente, pero cargó contra los republicanos, a los que acusó públicamente de "plegarse ante el Estado"; después de que el propio Joan Tardá pidiera ante los medios que el expresident abandonara sus pretensiones.
La brecha entre ERC y Puigdemont es evidente y, ahora, todo pasa por una hoja de ruta moderada. Republicanos y el sector moderado del PDeCAT, liderado por Marta Pascal, apostarán por un gobierno moderado, que evite la continuación del 155 y que permita recuperar el control de la Generalitat.
El procés, mientras tanto, queda suspendido hasta que mejore la situación judicial de los imputados y los políticos presos. A partir de entonces, tal y como relató Marta Rovira, intentarán sumar apoyos a sus políticas: tan solo cuentan con el respaldo de un 47% de los votantes.