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Ciencia

Los primeros recuerdos que tenemos de la infancia son falsos, según un estudio

Los investigadores aseguran que tenemos memoria ficticia y que en ella tiene mucho que ver la cultura o la familia.

Si nos paramos a pensar en los recuerdos que acumulamos, la mayoría de ellos no nos llevan la época en la que teníamos menos de cinco años. O, por lo menos, así lo asegura un estudio publicado den la revistaPsychological Science, que tras haber contado con más de 6.500 participantes, llega a la conclusión de que los primeros recuerdos que perduran se empiezan a construir a partir de los tres años. Todo ello, a pesar de que un 40% de las personas que han formado parte del estudio garantizaban que recordaban sus primeros pasos, el momento en el que dijeron su primera palabra o cuando jugaban en la cuna. 

Y es que algunos estudios consideran que esos recuerdos que tenemos de nuestra infancia más prematura sólo son posibles de manera fragmentada. Solo los que suceden a a partir de los cinco o seis años se almacenan de manera completa. Los investigadores revelan que, aunque con un año no se recuerde la primera vez que soplamos las velas, con seis podemos hacer memoria de pequeños instantes que tuvieron lugar en ese preciso momento. Sin embargo, esos pequeños recuerdos los perdemos a medida que cumplimos años y al llegar a la adolescencia desaparecen por completo debido, posiblemente, a los cambios que sufrimos en las distintas fases del desarrollo del cerebro. Este fenómeno es tan llamativo que los expertos lo han calificado como 'amnesia infantil'. 

Nadie puede recordar sus primeros pasos o sus primeras palabras
"Nadie puede recordar sus primeros pasos o sus primeras palabras"

Los investigadores creen que la capacidad de hablar tiene que ver mucho con la formación de los recuerdos, ya que los niños y niñas suelen comenzar a expresarse de forma oral a los tres o cuatro años. Es a partir de aquí cuando los pequeños comienzan a contar qué les ha pasado o qué sienten. 

"La memoria ficticia no se crea de manera consciente"

La explicación que los estudios dan a las memorias ficticias, que nos hacen pensar que recordamos el preciso momento en el que balbuceamos por vez primera, es que se trata de un relato que nos proporciona una identidad "para adaptarnos mejor a la vida". "Cuando somos adultos, tener una historia personal consistente y positiva puede ayudar a tener una buena imagen de uno mismo y a mejorar nuestra relación con los demás", explica Martin Conway, autor principal del estudio y director del Centro para la Memoria y la Ley de la Universidad de la City de Londres. 

Asimismo, Conway señala que la construcción de la memoria ficticia no se realiza de manera consciente: "Alguien puede haber escuchado que su madre tenía un cochecito verde, después esta persona imagina qué aspecto podría tener y al cabo del tiempo se va formando una memoria a la que la persona acaba añadiendo nuevos elementos, como los juguetes que podría ver tumbado en ese carrito", sostiene el investigador. Es decir, que el escuchar a los familiares hablar de nuestro pasado puede acabar convirtiéndose en nuestra historia personal que acabamos contando. 

Si la familia nos influye, otros estudios aseguran que la cultura también lo hace. Y es que, según algunos trabajos, los europeos o los norteamericanos suelen recordarse más a sí mismos como los protagonistas de sus primeros recuerdos, mientras que los asiáticos o las sociedades de Oriente Medio suelen recordar cosas que observaban o en las que no eran los protagonistas. 

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