Bernardo Montoya, el asesino confeso de Laura Luelmo, lleva en prisión desde el 22 de diciembre. Sin embargo, sus primeros días de estancia en la cárcel no están siendo muy halagüeños, según apuntan fuentes del funcionariado a El Español. De hecho, el pasado 28 de diciembre fue trasladado del centro penitenciario de Huelva a Sevilla II, en Morón de la Frontera.
Las primeras horas en la cárcel de Huelva, donde fue enviado por la titular del Juzgado de Instrucción 1 de Valverde del Camino (Huelva), Montoya se mostró desafiante y exigente con los distintos funcionarios, es decir, comportándose como un "preso profesional", según fuentes de la agencia EFE. Tras asignarle un preso "de confianza", Montoya entró en su celda de aislamiento, debido a la gran posibilidad de ser atacado por el resto de compañeros.
Traslado a Sevilla II
Sin embargo, el día 28 de diciembre, se tuvo que aprobar su traslado de cárcel debido a la coincidencia, en el mismo módulo, de un peligroso y violento prisionero senegalés: Balla Mousa. Esta recomendación vino desde el sindicato de prisiones Acaip ya esto podría llegar a suponer un grave problema para la prisión de Huelva y para la propia seguridad de Bernardo Montoya, como principal motivo del traslado. También se alude a una falta alarmante de funcionariado en el módulo de Enfermería, debido a un intento de envenenamiento, donde estaba ingresado el asesino confeso de Laura Luelmo.
En la prisión de Sevilla II, en Morón de la Frontera, la vida de Bernardo Montoya también se desarrolla en un módulo de aislamiento rodeado de yihadistas y etarras, entre otros. Los insultos van precedidos de diferentes amenazas hacia la persona Montoya, es normal en este tipo de presos y, por eso, su obligatorio aislamiento de los demás. Sin embargo, según fuentes de El Español, Bernardo a pesar de mantener una actitud indiferente con todos los de su alrededor está "adaptado a vivir en la cárcel" ya que "no sabe vivir en la calle" por sus más 17 años entre rejas.
Amenazas de muerte e insultos
Los funcionarios también han explicado que tienen que tener cierto cuidado al trasladarlo de un lado a otro de la cárcel, ya que puede ser objeto de represalias por parte de los presos. El único contacto que tiene que con el exterior son sus cuatro horas en el patio al día; sin embargo, parece que en las últimos días ha renunciado a ellas, según fuentes de Telecinco. Por lo tanto, pasa todo el tiempo entre las paredes de su celda de aislamiento para evitar escuchar las amenazas y gritos de sus compañeros de cárcel.
En actitud "desafiante y distante", Montoya busca que lo trasladen al módulo de enfermería ya que tiene "más libertad que en aislamiento", según explican los funcionarios. El equipo médico también descarta un posible suicidio ya que el asesino confeso de Laura Luelmo está más que adaptado a una vida en la cárcel. Ya que su historial delictivo le ha hecho pasar más de 17 años en prisión. Además, aseguran que de momento Bernardo no ha dado señales de arrepentimiento del asesinato.
Así están siendo los primeros días de Bernardo Montoya entre amenazas de muerte, insultos, soledad, frialdad e indiferencia mientras está a la espera del juicio por el asesinato de Laura Luelmo.