Con cada gran gira, la compra de entradas se convierte en una batalla para los seguidores de los artistas. Colas virtuales interminables, sistemas de espera impredecibles y, en los últimos años, precios que cambian constantemente. Lady Gaga no ha sido la excepción.
La cantante estadounidense actuará en el Palau Sant Jordi de Barcelona los días 28, 29 y 31 de octubre con 'The Mayhem Ball', pero la experiencia de conseguir un asiento ha dejado a muchos fans frustrados.
Una subida de precios imparable
Lo que comenzó como una preventa con precios que oscilaban entre los 55 y los 180 euros pronto se convirtió en una escalada sin control. A medida que la demanda aumentaba, las tarifas se disparaban. Algunos compradores se encontraron con entradas en grada por 400 euros, mientras que los paquetes VIP alcanzaron los 630 euros.
Este fenómeno responde a un sistema conocido como precios dinámicos, una estrategia comercial que ajusta el coste de las entradas en función del interés del público. Ticketmaster, empresa encargada de la venta, defiende esta práctica asegurando que su objetivo es frenar la reventa y que los ingresos adicionales beneficien directamente a los artistas y promotores en lugar de a intermediarios.
"Nadie te obliga a comprar la entrada"
Eugeni Calsamiglia, exdirector de Ticketmaster España, explicaba en 2018 que esta técnica permite que los precios en el mercado secundario no se disparen aún más. "La gente paga lo que quiere pagar. Las entradas se venden igualmente, pero ya no por 190 euros, sino por 800. Así, el margen para el revendedor es menor y quizá ya no le compensa", argumentaba en una entrevista con Europa Press.
Sin embargo, para los seguidores, esta práctica convierte la música en un lujo al alcance de unos pocos. En redes sociales, las críticas han sido constantes, con usuarios denunciando que asistir a un concierto se ha vuelto prohibitivo.
¿El fin de los conciertos accesibles?
La implementación de los precios dinámicos en eventos masivos ha cambiado por completo la forma en que se adquieren entradas. Mientras que las empresas defienden el modelo como una forma de regular el mercado, el descontento entre el público es evidente. Con cada gira, la pregunta sigue en el aire: ¿hasta dónde llegarán los precios antes de que los fans dejen de pagar?