3 de julio de 2005. Desde esa fecha decenas de miles de personas cuentan la posibilidad de contraer matrimonio con personas de su mismo sexo y disfrutar de los derechos que se derivan de ello. El Partido Socialista, que llevaba la medida en su programa electoral de 2004, decidió sacar adelante una ley que modificaba ligeramente el anterior Código Civil pero que suponía un gran avance para una parte de la sociedad que venía reclamando durante demasiados años unos derechos que llegaban comparativamente pronto pero injustamente tarde. Un pequeño cambio que haría mejor la vida de miles de personas.
Pese a que la ley era pionera en Europa, esto no evitó que gozara de un apoyo mayoritario entre los ciudadanos españoles. No fue así en el caso del principal partido de la oposición al gobierno del momento, el Partido Popular, que se opuso con rotundidad a la medida tanto en las instituciones como en la calle, acompañando a la Iglesia Católica y a los sectores más radicalmente derechistas y conservadores de la sociedad en diversas concentraciones en Madrid.
No fueron pocas las manifestaciones, los insultos e incluso las agresiones que el PP justificó, amparó y acompañó. Ayer, sin embargo, tras más de diez años de la aprobación de la ley que ellos mismos recurrieron al Tribunal Constitucional, el PP continuaba su marcha atrás con la asistencia de la plana mayor del partido a la boda gay del nuevo Vicesecretario de Sectorial Javier Maroto. Si el actual presidente del Gobierno puede ir al enlace es porque su propia estrategia de negar la posibilidad de contraer matrimonio a su compañero de partido ha fracasado. Y es que hay que tener esto en mente, el tiempo ha demostrado que la amenaza que aparentemente suponía reconocer a todas las personas el derecho a contraer matrimonio no era más que una invención de los medios y sectores sociales más retrógrados. El tiempo ha demostrado que la sociedad no se ha destruido por el mero hecho de que dos personas con una orientación sexual diferente a la heterosexual gocen del mismo derecho que el resto. El tiempo ha acabado demostrando que el Partido Popular se situaba del lado de una minoría social que era, además, tan menguante como los argumentos que sostenían sus posiciones contra el avance de la sociedad hacia la igualdad.
Ahora que la mayoría que apoya el matrimonio entre personas del mismo sexo es aún más mayoritaria, que la sociedad reconoce los derechos de todos y se muestra más favorable a la igualdad, el PP ha comenzado a suavizar sus posiciones en este tema. Quizás por puro electoralismo o por el convencimiento de que realmente estaban equivocados. Es imposible saberlo. Lo que sí que es claro es que se va a necesitar más tiempo para asumir el giro copernicano de un partido con un pasado no tan pasado como el siguiente:
1 Tramitación de la ley en el Congreso
Después de que el PP forzara el veto a la modificación del Código Civil en el Senado, esta se aprobaba finalmente en el Congreso a finales de junio de 2005 con 187 apoyos (PSOE, Grupo Mixto, Izquierda Verde, ERC, PNV, Coalición Canaria, dos diputados de Convergència y Celia Villalobos), 147 votos en contra (PP y miembros de Unió) y cuatro abstenciones.
España se convertía así en el cuarto país del mundo en reconocer este derecho por detrás de Holanda, Bélgica y Canadá. Pocos meses antes, Rajoy se mostraba ya totalmente contrario a su aprobación y atacaba al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero por promover la modificación asegurando que ello respondía "a la manía del Gobierno de parecer moderno" ya que, según él, "el matrimonio siempre ha sido una institución entre un hombre y una mujer".
Rajoy defendía también en nombre del PP el derecho de la Iglesia a decir a sus fieles "lo que considere oportuno", unas declaraciones que llegaban tras las múltiples salidas de tono del anterior presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela contra los gays
2 El debate terminológico
Gran parte del argumentario del PP ha girado siempre en torno al término de "matrimonio". Desde el actual partido del Gobierno se asegura que siempre han respetado los derechos del colectivo LGBTI y que su único reparo a la ley era llamar a esas uniones matrimonio, pues desde su punto de vista ese era un término que debía ser exclusivo para las uniones entre hombres y mujeres.
En este sentido, José María Aznar no podía ser más claro en 2006 cuando aseguraba que "la unión entre homosexuales no puede ser llamada matrimonio porque esto ofende a la población". Cabría preguntarse si para el anterior presidente del Gobierno y líder del PP esas personas no forman también parte de lo que él considera población.
Una de las declaraciones más polémicas y, por ser claro, patéticas, de las últimas décadas sobre este tema vino de parte de Ana Botella en 2004. Aseguraba la exalcaldesa de Madrid que "si se suman dos manzanas pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta". Poco hay que añadir ante semejante razonamiento, pero es una más de las declaraciones amparadas por Rajoy y su equipo que ahora chocan frontalmente con la nueva imagen aperturista y renovada que pretenden proyectar ante la población y más especialmente los jóvenes.
Es innegable que ha habido cierto avance en el seno del PP durante la última década, pero no dejan de seguir varios pasos por detrás de la mayoría de la población. Hay algunos miembros de Nueva Generaciones como Andrea Hermida que aún en 2012 deseaban que se encontrara una cura a la homosexualidad, siguiendo, por cierto, la línea marcada por el propio Manuel Fraga: "la homosexualidad es una anomalía... las personas que nacen así porque los cromosomas se equivocan tienen derecho a un cierto reconocimiento" (2004). Aún algunos en el partido mantienen el discurso de 2004, y es que muchas de las declaraciones anteriores se remontan a esas fechas, pero no hay que irse tan lejos para encontrar contradicciones en el discurso de los populares. Jorge Fernández Díaz se desmarcaba de la nueva línea del PP en 2013 asegurando que "el matrimonio homosexual no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos" ya que, según el actual ministro de Interior, "no garantiza la pervivencia de la especie". Un ministro de Interior, en pleno siglo XXI. Sigue en el cargo sin pedir disculpas.
Esperanza Aguirre, que se mostró en contra del recurso al Tribunal Constitucional de ley que permitía el matrimonio gay, hace apenas unos meses recordaba sin embargo que ella no está "a favor de que se llame matrimonio homosexual a las uniones". Para ella eso "es una cuestión nominalista, una cuestión de nombre y no de fondo". Parece bastante difícil sostener que se defiende la igualdad y promover las diferencias entre tipos de matrimonio. No deja de ser cuanto menos curioso que asegure que solo es "una cuestión de nombre" y que solo eso haya generado tanto rechazo por parte del PP durante años. Debe ser cosa del liberalismo cañí del PP, ese que dice que en los mercados el Estado no debe meter la mano pero no deja que los ciudadanos nos metamos mano entre nosotros. Si solo es una cuestión de nombre, ¿a santo de qué tantas declaraciones y tantas manifestaciones como las anteriores?
3 España, un ejemplo pionero para otros países
La aprobación de la ley en nuestro país fue muy temprana para los tiempos que se toma parte de España para asimilar este tipo de cuestiones sociales. Fue así porque así lo quiso el presidente del momento, José Luis Rodríguez Zapatero, asesorado entre otros por el recientemente fallecido Pedro Zerolo, a quien tanto debe el movimiento LGBTI.
España fue en la avanzadilla de los países que quisieron dar un paso hacia delante antes que los demás y sirvió de ejemplo para muchos de los países que, a continuación, aceptaron el matrimonio entre personas del mismo sexo. Actualmente 22 países tienen leyes que legalizan claramente el matrimonio igualitario. De ellos más de la mitad están en Europa. Después de España vinieron Suráfrica (2006), Noruega y Suecia (2009), Argentina, Islandia y Portugal (2010) y Dinamarca (2012). 2013 fue un año de grandes avances, y a la lista se sumaron Brasil, Francia, Reino Unido, Nueva Zelanda y Uruguay. Detrás vendrían Luxemburgo, Finlandia, Irlanda y Estados Unidos. Algunas de estas últimas incorporaciones no cuentan con una ley en vigor, como es el caso de Finlandia, país en que entrará en vigor el 1 de marzo de 2017. En otros países como Eslovenia e Irlanda la aprobación ha llegado a través de referéndum populares pero la ley aún no está tampoco en vigor. En muchos de esos casos la llegada se ha producido con gobiernos conservadores en el poder, algo que ha dejado al PP en España en una situación bastante delicada al ver a referentes europeos como Cameron defender con vehemencia el matrimonio homosexual en Reino Unido. A muchos homosexuales del Partido Popular, que por si alguien no lo sabe aún los hay y a puñados, directamente les debió de entrar envidia. Y con razón.
4 Situación en el mundo
A pesar de que el discurso generalizado habla de que la situación de los homosexuales ya está plenamente normalizada, la realidad está bastante alejada de ese análisis interesado. Actualmente 79 países siguen penando las relaciones homosexuales según la ILGA y aún se mantiene la pena de muerte en ocho (Mauritania, Irán, Sudán, Yemen y Arabia Saudí, algunas provincias de Somalia y Nigeria donde se aplica la sharia y los territorios ocupados por el Estado Islámico en Irak y Siria). Por si fuera poco, el próximo año Brunéi se incorporará a la lista con la entrada en vigor de un nuevo y vergonzoso Código Penal que establecerá la muerte por lapidación.
Cabe destacar también que el mero hecho de que no exista una legislación que vulnere los derechos humanos de manera específica no supone en ningún caso que estos se respeten. En gran parte de los países la homosexualidad es legal, pero eso no implica que exista reconocimiento de las uniones homosexuales, que el matrimonio homosexual esté aprobado o que se permita adoptar a este tipo de parejas. Algunos países de Asia Occidental como Israel cuentan con una legislación muy avanzada y equiparable a la de la mayor parte de los países europeos, pero la mayoría de países de la zona (Bahréin, Kuwait, Líbano, Qatar, Yemen, Emiratos Árabes Unidos...) no reconocen legalmente la homosexualidad y en la mayoría de casos esta supone pena de prisión e incluso en algunos como los mencionados anteriormente la pena de muerte.
En Europa del Este la legislación generalmente no castiga penalmente el matrimonio homosexual. Muchos de los países de este área (Albania, Rumanía, Bulgaria, Macedonia...) incluso firmaron en 2008 la Declaración sobre orientación sexual e identidad de género de Naciones Unidas. Esto, sin embargo, no implica ni mucho menos que el matrimonio igualitario esté reconocido en ellos. Quedan todavía pendientes muchos avances en reconocimiento de su unión y derechos adopción en demasiadas partes del mundo, y Europa del Este es una de ellas.
En países como Bulgaria o Rumanía el apoyo social al matrimonio gay ronda únicamente el 10-15%. Existen además en el mundo numerosos casos como el de Rusia en los que a pesar de que el matrimonio homosexual no es ilegal la persecución y el acoso se mantienen, con el amparo del Gobierno y la permisión de la mayoría de la sociedad. También ocurre en el caso de Ucrania, país en el que como Rusia a pesar de que las prácticas homosexuales están despenalizadas desde hace más de veinte años aún no existe avance alguno en derechos y reconocimiento.
5 Del rechazo al reconocimiento
Pese a que estar a la vanguardia del reconocimiento de derechos en el mundo debería ser motivo de orgullo de quienes se dicen patriotas, las declaraciones anteriores de Rajoy, Fraga, Aznar o Esperanza Aguirre también vinieron también acompañadas de una reacción política y de agitación mediática del más grueso calibre. El PP no se opuso más a la ley del matrimonio homosexual porque sencillamente no pudo. Se opusieron en el Congreso, en el Senado. Utilizaron todos y cada uno de los foros a los que tuvieron acceso para tratar de derribar la ley. Finalmente, ya que tras el recurso a la instancia superior en España (el Tribunal Constitucional) no había más acción posible, decidieron tomar la calle junto a la Iglesia para mostrar su rechazo y desgastar, de paso, al Gobierno del PSOE.
Pese a que ahora aparezcan voces claramente discordantes con el discurso de entonces e incluso más progresistas que el discurso actual (Borja Sémper, Cristina Cifuentes, Alfonso Alonso...) no cabe duda alguna que formaron parte del partido que rechazó por activa y por pasiva el matrimonio gay. Muchos de quienes ahora se muestran públicamente contrarios a la posición de su partido entonces ya lo hacían también hace diez años. Es el caso de Celia Villalobos, que fue la única parlamentaria del PP que votó a favor de la ley, o de Cristina Cifuentes, que ya hace años se desmarcaba de las posiciones de su partido.
No se conoce noticia alguna, sin embargo, de que alguno de ellos fuera más allá de un desacuerdo "a título personal". Es innegable que en 2005 había bastante gente en el PP a favor de la ley de Zapatero, pero quizás sus voces no sonaron con la suficiente fuerza o quizás no tuvieran el convencimiento suficiente de estar del lado de la razón como para atreverse a desafiar a su propio partido.
El tiempo ha acabado demostrando que la modificación que permitió contraer matrimonio a quien quisiera hacerlo no ha acabado con el matrimonio de quienes estaban en contra. No se ha destruido el abstracto concepto de matrimonio y se ha permitido algo tangible como la felicidad de quienes se quieren. No se ha acabado el mundo y la especie humana no está amenazada más que por nuestra existencia en el mundo. El sol sigue saliendo por las mañanas a pesar de que cada día más parejas jóvenes salimos de la mano orgullosos de ser quienes somos y querer como queremos.
El tiempo ha acabado haciendo rectificar al PP. La presencia de Rajoy este sábado en la boda de Javier Maroto es un gesto muy medido destinado a emprender una rectificación necesaria, pero harán falta muchos más gestos y bastantes disculpas públicas para que la cercanía de las elecciones no nos lleve a pensar que una vez más los sondeos son los que deciden las posiciones políticas del presidente. Es un paso sí, pero siguen yendo por detrás de la mayoría de España, de Europa e incluso del propio conservadurismo europeo. Tendrán que darse cuenta que es difícil perdonar de un día para otro a quienes no solo no movieron un dedo para hacer de tu vida y de la de tus amigos algo un poco mejor, sino que se empecinaron en negarnos el derecho a vivir felices y a ser libres tal y como somos. Ya que ellos se permiten la libertad de ir a las bodas que ellos querían impedir, que me permitan tener la libertad de no aplaudir la asunción lo que ya debería estar aceptado.