Si ayer analizamos las posibilidades de los partidos independentistas de cara a las elecciones del 21-D, hoy toca valorar las de sus rivales en estos comicios decisivos: los partidos que han apostado por continuar dentro de España.
Solo hay dos vías: el final del procés o su consecución final, una dicotomía que se resolverá a partir de la partida de ajedrez que representen los pactos posteriores del próximo 21-D.
Parece claro que ningún partido conseguirá mayoría absoluta y que el hemiciclo va a enfrentar una fragmentación análoga a la del resto de parlamentos nacionales. Sin embargo... ¿Qué posibilidades reales tiene cada partido? ¿Qué papel pueden jugar?
1 Ciudadanos
La formación de Albert Rivera se siente fuerte después de que el último sondeo del CIS haya apuntado que serán la primera fuerza política o, en el peor de los casos, obtengan un empate con ERC a la cabeza del Parlament.
Inés Arrimadas intentará apelar al voto útil en su campaña, después de que su partido haya conseguido la histórica cifra de 25 escaños, un resultado que rompe el techo del PP de Vidal-Quadras.
En Ciudadanos intentarán movilizar el voto de la llamada 'mayoría silenciada' de Cataluña, que se ha manifestado en las repetidas convocatorias de Sociedad Civil Catalana y que evidenció que el apoyo a la permanencia de España no es tan minoritario (algo que ya se mostró en las pasadas autonómicas, cuando el constitucionalismo ganó en votos, pero no en escaños).
Ciudadanos parte con una ventaja frente al resto de partidos secesionistas: tiene grandes posibilidades de liderar un bloque compacto al no contar con las fisuras que mantiene el independentismo.
Sin embargo, para que Arrimadas sea investida como presidenta, necesitará previsiblemente del apoyo de los comunes. Y esta vía puede suponer un escollo que abra una grieta y que deje un papel preponderante al PSC. No hay que olvidar que Ciudadanos y Podemos se encuentran en las antípodas ideológicas en muchas materias.
2 PSC
Miquel Iceta conseguirá un buen resultado para los socialdemócratas que evidenciará el final de una dura crisis que se ha materializado en el retorno de Pedro Sánchez a la secretaría general del partido.
Iceta cuenta con dos condiciones con las que no cuenta Ciudadanos: es rival del PP y mantiene mejor relaciones con los comunes (a pesar de la ruptura del acuerdo de gobierno en Barcelona).
En el PP se está apostando por forzar un gobierno de PSC ante el temor de que Ciudadanos ocupe un papel que releve a los conservadores a un completo segundo plano.
En cuanto a los comunes, aliados de Podemos en la región, podrían vender un pacto para ejecutar políticas de izquierdas, así como forzar una reforma de la Constitución que aborde necesariamente el melón del modelo territorial.
Sin embargo, no hay que olvidar que Ciudadanos superará al PSC y que tiene un argumento muy sencillo: son la fuerza constitucionalista más votada. Sin embargo, la posibilidad de que el PSC sirva de enlace entre todas las fuerzas que defienden el cumplimiento de la Constitución puede decantar la balanza.
3 PP
En el Partido Popular se teme una nueva debacle que finalmente les lleve a ser una fuerza completamente marginal en Cataluña (la CUP les supera en las encuestas).
La formación de Mariano Rajoy ha hecho gala de la unidad de España como principal argumento para aglutinar el voto de los sectores más conservadores. Sin embargo, que Ciudadanos les arrebate este argumento supone un duro golpe que puede minar sus filas.
Desde Génova se eligió el perfil de Albiol (especialmente conservador), quizás para intentar recuperar la figura de Vidal-Quadras (ahora en VOX), en una etapa en la que el PPC alcanzó su techo de 17 diputados en 1995.
Sin embargo, la jugada no ha sido satisfactoria. En gran parte del electorado pesan campañas como la de "limpiar Badalona" o las constantes declaraciones contra los inmigrantes que aportan una imagen pésima del candidato popular. Pero, sin embargo, el perfil moderado de Sánchez Camacho no ha funcionado electoralmente, por lo que el PPC debería plantear una renovación que le permita conectar con sus votantes.
En mitad de esta crisis, los populares se plantean forzar un ejecutivo del PSC que deje la responsabilidad del gobierno en la izquierda sin minar su bloque electoral. Su jugada es arriesgada, porque si PP queda como culpable de un Govern secesionista, su imagen quedaría seriamente dañada. Aunque, quizás, ese será el momento de ceder y quedar en un segundo plano que no deje al PP como un 'traidor' de cara a sus militantes.
4 En Comú-Podem
En este bloque queda en discordancia En Comú-Podem, el partido de Ada Colau que cuenta con el amparo de Podemos y que será la fuerza que decante la balanza entre unos y otros.
La formación apuesta por una nueva relación con España que no pasa exactamente por la independencia. Si algo se puede achacar a Ada Colau, es precisamente la indefinición con la que intenta captar al 50% que representa cada uno de los bloques en la sociedad catalana.
Sin embargo, esta indefinición le hará pasar una gran factura electoral, puesto que tanto constitucionalistas como independentistas desconfían de sus intenciones reales y consideran que favorecerá a los adversarios políticos.
En Comú, a tenor de las encuestas, obtendrá una representación muy baja (menor incluo que Catalunya Sí Que Es Pot) y tendrá que pasar el mal trago de elegir un pacto, seguramente votado entre sus afines, que está dividido 50-50.
Puede optar por no apoyar a nadie y dejar que uno de los bloques gobierne en minoría, pero en algún momento de la legislatura deberá de mojarse en el caso de que el Parlament continúe con el procés hacia adelante.
No hay que olvidar que Podemos puede vender su apoyo al soberanismo en Cataluña, pero no en Soria, Madrid o Málaga. Y esto está afectando gravemente a la formación morada: ahí tienen el adelanto de Ciudadanos en las encuestas y la voz de miembros destacados como Carolina Bescansa.
Mientras tanto, la jornada electoral del 21 de diciembre se acerca y evidencia un panorama de incertidumbre en Cataluña que se dibujará con unos equilibrios políticos muy débiles.