Un equipo de la Universidad de Tokio ha demostrado a través de un experimento la capacidad real de prevención de cada tipo de mascarilla en el contagio del nuevo coronavirus.
Este estudio es novedoso y ofrece datos que no se habían obtenido con la misma precisión hasta la fecha, según ha indicado Yoshihiro Kawaoka, del Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Tokio, en declaraciones a la televisión pública NHK.
En la prueba se realizó un simulador de infección del virus SARS-CoV-2 usando dos cabezas de maniquíes colocadas frente a frente dentro de una vitrina, una de ellas con un nebulizador descargando el virus y la otra dotada con un ventilador imitando la respiración humana.
Así es la protección que ofrece cada mascarilla, según el resultado del estudio
Con el emisor descubierto, el receptor que estaba protegido con una mascarilla de tela obtuvo una protección situada entre el 20 y el 40% de la absorción del virus, una protección baja.
Si el receptor portaba una mascarilla quirúrgica común, dicha protección aumentaba, hasta situarse entre el 47 y el 50%. De esta manera, la mascarilla actuaba como barrera en aproximadamente la mitad del patógeno que circulaba en el aire.
En el caso de las mascarillas N95, esa protección aumentaba hasta el 79 y el 90%, de manera que se consideraba una de las mejores vías para evitar el virus en cualquier escenario.
Cuando al emisor también le colocaron una mascarilla junto al receptor, de tela o quirúrgica desechable, el contagio del receptor, que estaba descubierto, se redujo en más del 70% en ambos casos, mientras que con la N95 colocada apropiadamente se alcanzó casi el 100%.
Sin embargo, Kawaoka, jefe del equipo que realizó el experimento, advirtió que las mascarillas no evitan completamente la infección por coronavirus, sino que son un efecto barrera que reduce de manera drástica el patógeno.
Hay que tener en cuenta que las quirúrgicas, tela e higiénica solo se pueden usar cuatro horas; mientras que las KN95 y FPP2 se pueden utilizar durante 8 horas. Sin embargo, son fundamentales en la lucha contra el coronavirus, junto la distancia social y el lavado de manos.