En el año 2017 269 agresores sexuales condenados eran menores de edad. Muchos especialistas coinciden en que el problema se halla en una sociedad que considera a las mujeres como "cosas" y en la que la pornografía hace de manual de instrucciones para muchos niños y adolescentes.
El profesor de Psicología de la Sexualidad Javier Gómez Zapiain, de la Universidad del País Vasco, critica duramente el doble rasero de la sociedad neoliberal que "silencia" cualquier "discurso coherente acerca de la sexualidad humana". "La sexualidad es manipulada por motivos ideológicos, intereses comerciales, asociándola a la publicidad, al incremento de las audiencias en medios de comunicación, o directamente al sexo de pago. Es en este contexto donde hay que valorar las agresiones sexuales de los menores".
Hombres sujeto y mujeres objeto
De las 2.549 personas condenadas en 2017 por delitos sexuales, 269, un 11%, eran menores de edad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, el 99,6% de estos, fueron cometidos por chicos. La socióloga María Rosa Cobo Bedia, profesora de la Universidad de A Coruña, habla del concepto de feminidad creado en nuestra sociedad que "ejerce una fuerte presión normativa sobre todas las mujeres" y "refuerza la idea de que las mujeres deben estar disponibles sexualmente para los varones. Las mujeres no miran, son miradas. No son consideradas sujetos sino objetos."
La doctora Marta Domínguez Pérez, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, hace hincapié en "una redefinición del modelo masculino y las masculinidades" para dejar de aupar "esos modelos educativos que se promueven de hombre, agresivo, triunfador, el rey de la casa, el privilegiado, el infalible", mientras "los valores de la empatía, la sensibilidad, y otros se fomentan y permiten más en los otros colectivos y están vedados a los hombres."
En el porno las mujeres son objetos al servicio del placer masculino
Cada vez que algún centro o gobierno autonómico promueve iniciativas para informar a los niños y jóvenes en materia emocional y sexual, los sectores conservadores ponen el grito en el cielo. Mientras tanto, la pornografía se convierte en la única referencia de los que se inician en las relaciones sexuales.
"Un elemento fundamental en el crecimiento de las agresiones sexuales en varones jóvenes (y adultos) está relacionado con el gran consumo de pornografía. La pornografía es una realidad simbólica y material que difunde la idea de que las mujeres son objetos al servicio del placer masculino", subraya Cobo Bedia. La profesora argumenta que "difunde la idea de que la auténtica sexualidad de las mujeres es ser receptoras de la violencia masculina y que al fin eso es lo que les gusta a las chicas."
El problema tiene una solución clara avalada por especialistas. Una educación sexual amplia que abarque las necesidades éticas y afectivas de las relaciones, para la que según Gómez Zapiain faltan "la voluntad política de integrarlos y estabilizarlos en el sistema educativo". "La educación sexual debería ser obligatoria en el sistema educativo. El objetivo no debe ser el sexo seguro, o el aprendizaje del uso del preservativo, sino la aportación de recursos para manejar las necesidades de afectivas y sexuales."
Educar en ser y no en tener
La profesora Marta Domínguez Pérez, de la Complutense, miembro de la Asociación GSIA (Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia) lo reitera: "Educación, educación y educación, toma de conciencia, crítica del sistema de valores, educación emocional, cuestionamiento del patriarcado, nuevas definiciones de la masculinidad (...) Afectividad y emocionalidad y no competitividad y consumo. Ser y no tener."
"Generalmente las personas menores que agreden suelen ser presentar historias socioafectivas y psicosexuales muy complicadas, generalmente caracterizadas por carencias afectivas esenciales. Desde ese punto de vista, pueden considerase que son víctimas.", subraya el sexólogo Gómez Zapiain con numerosos libros publicados sobre el tema.
El terapeuta Carlos Benedicto, con experiencia al frente de instituciones de reeducación de menores, explica que los estudios realizado en la Comunidad de Madrid revelan "que en un alto porcentaje de agresores sexuales han sido víctimas de malos tratos, negligencia, acoso e incluso abuso sexual previo, es decir hay una elevada victimización, pero no debemos considerarlos "enfermos" ya que esta etiqueta puede llevar a cierta desresponsabilización y a considerar la imposibilidad de reeducación".
Benedicto confía en que estos jóvenes pueden rehabilitarse y apunta a "las cifras de reincidencia que no llegan al 1%, lo que indica tasas de reincidencia muy bajas si intervenimos adecuadamente con ellos, ya que estamos ante una etapa evolutiva de gran plasticidad."