En el verano de 2010 llegaba a nuestras vidas el placer culpable por antonomasia de la televisión estadounidense. Una mezcla perfecta entre 'Gossip Girl' y 'Sé lo que Hicisteis el Último Verano' que nos encandiló a todos. Casi siete años después, con mil vueltas de tuerca y giros loquísimos de guión, 'Pretty Little Liars' vive la etapa menos exitosa de su historia -atrás quedaron aquellos días en los que era la auténtica referencia de ABC Family, ahora renombrada como Freeform, aunque sigue siendo el producto estrella-.
Es normal: ha muerto y resucitado tanta gente que perdemos la cuenta, hay tantos cabos sueltos como relaciones amorosas, la resolución de varias preguntas ha sido tan loca como incongruente... Y por si fuera poco, en estos seis años pocas cosas han cambiado en una ficción que ganaba por su adicción mamarracha y no por su calidad.
Sin embargo, todavía somos muchos los que semana tras semana seguimos al pie del cañón perdiendo la cabeza con estas little bitches. Si eres de esas personas que en su fuero interno odia 'Pretty Little Liars', que ve 'The Wire' con monóculo y una taza de té, pero no puede evitar volver a Rosewood cada semana, no te preocupes: no estás solo. Quizás no lo entiendas, pero nosotros te ayudamos: te explicamos por qué sigues viendo este guilty pleasure después de venerar a Walter White.
1 El eterno cliffhanger
Desde sus primeros capítulos hubo algo que pronto se convirtió en un lugar común de las pequeñas mentirosas: las escenas del villano con sudadera negra haciendo sus labores del día a día. Daba igual que estuviera matando gente, decapitando muñecas o cocinando un cocido: todos los episodios terminaban con una persona enigmática y música de misterio de fondo que nos hacía mordernos las uñas, "¿Quién será?", "¿Quién va a ser la próxima víctima?", "¿Cuándo conseguirá su trabajo soñado de CEO en Google?" o "¿Esos guantes de cuero que permiten escribir en un iPhone los puedo conseguir en Primark?" Eran algunas de las preguntas que nos asaltaban la mente con cada clifhanger.
Además de esto, la serie se las apañaba para mostrar un montón de escenas de gran suspense, ojos fuera de las cuencas de Emily incluidos, que se empeñaba en no responder jamás. Para el recuerdo quedará ese momento en el que todas las madres de las protagonistas quedaban encerradas en el sótano: jamás supimos cómo salieron, si jugaron al "Yo Nunca" con vodka como sus hijas o si finalmente cocinaron cocido con -A.
2 Muertes y resurrecciones y viceversa
Una serie que comienza con una muerte que no es tal: Ali, la quinta componente del grupo protagonista con cuya desaparición comienza todo, no está muerta finalmente. ¿Cómo te quedas? Algo sospechábamos después de verla con peluca, en caretas e incluso disfrazada de payaso cuando la serie decidió volverse paranormal -esto se ha estudiado poco, de verdad, en esta serie ha habido apariciones y fantasmas. Reflexionemos-.
El caso es que la locura de 'Pretty Little Liars' llego a un punto en el que todo, absolutamente todo, podía pasar: nunca podías dar a nadie por muerto, ya que en cualquier momento podía resucitar. La última temporada ya supuso el colmo de los colmos: con un juego de caretas digno de Juego de Tronos, nunca sabía qué personaje estabas viendo en realidad. En cualquier momento, Marlenne King podría hacer algún truco de los suyos y destapar que Spencer es en realidad su hermana, que Emily es en realidad su padre "muerto" en misiones o que Hanna colgando de la cuerda de la iglesia es en realidad una muñeca. Oh, wait...
3 -A y su plan de destrucción mundial
Si eso de que todo pueda pasar no te atrae demasiado, hay un factor que seguro que te hace estar pegado a la pantalla cada semana: -A. Agarraos los machos gente: estamos ante el villano más inteligente, poderoso y rico de la historia de la televisión. Sí, empezó crackeando un telefonito, pero terminó creando un búnker digno de Dharma en el que jugaba a Saw con las protagonistas. Tiene varias guaridas, varios millones de dólares, una inteligencia sobrehumana, el poder de la invisibilidad, superfuerza, desdoblamiento, súper velocidad y control del espacio tiempo.
Estudió ingeniería industrial, informática superior, SnapChat avanzado y un máster en stalkeo. Está, por supuesto, mucho más preparado que nuestras protagonistas. Y es que Hanna, siete temporadas después y con un importante trabajo a sus espaldas, parece que todavía no sabe situar Estados Unidos en el mapa. Una cosa está clara: -A va siempre un paso por delante de todo el mundo, y no se puede hacer nada por pararlo. Y si alguna vez te topas con él/ella, hará algo para detenerte: por ejemplo, coger un plástico de embalar cajas y atraparte en la pared con clavos al vacío cual fiambre para el sándwich. De eso Arya sabe mucho.
4 Emily Fields o cómo llevar la sobreactuación a otro nivel
Estamos todos de acuerdo en que 'Pretty Little Liars' no fue concebida para pelear en las grandes categorías de los Emmy y batirse en duelo con 'Homeland' o 'Juego de Tronos'; vale. También sabemos que su reparto no es nada del otro mundo, y que una serie como esta requiere de silencios, zooms, sobreactuación y musicote de fondo para dejarte con la boca abierta. Pero es que lo de Emily Fields... Lo de Emily Fields es maravilloso.
Shay Mitchell es la encargada de dar vida a uno de los personajes más complejos de la ficción: una nadadora que descubre ser homosexual y lucha contra los prejuicios sociales en un pequeño municipio estadounidense... Dos apuntes. El primero es que de prejuicios ninguno: prácticamente todas las mujeres de Rosewood son lesbianas y además tienen su propio bar de ambiente. Y el segundo: complejidad, poca.
Da igual si Emily está triste, enfadada, absorta, acongojada, hambrienta o que se muera su novia... Su ceño va a fruncirse, sus ojos van a salirse ligeramente de las órbitas y su expresión corporal va a estar más cerca de un palo que de un ser humano. Y esto nos fascina. No sabemos si son exigencias del guión o de verdad Shay tiene una ambigüedad emocional palpable, pero ver a este personaje cada semana es una auténtica delicia: ya es culto televisivo posmoderno.
5 Los modelitos de Aria -y de las demás, pero sobre todo de Aria-
Quizás todavía no tengas motivos suficientes que expliquen el porqué de tu enganche a esta serie teen. ¿Has pensado en los modelitos? Ay, los modelitos. Pongamos que cada temporada tiene más de 20 episodios, y que en algún capítulo las liars tienen cambio de vestuario. Van 7 temporadas, lo que hace un total de 140 episodios... Pongamos que 150 modelitos y combinaciones diferentes para cada una de las protagonistas. Si el universo es infinito, pensad en el tamaño del armario de Aria.
Porque sí, todas ellas van vestidas de cocktail al instituto, pero el estilismo de Aria ya ha calado en la cultura popular: para la posteridad quedarán aquellos zancos amarillos que eran un llamamiento para -A, "aquí estoy, mátame"; o esa falda azul eléctrico recién salida de un concierto de Mecano. El gran misterio de la serie no es saber quién es el villano; el gran misterio de la serie es saber si de verdad Narnia se encuentra detrás del armario de alguna liar.
6 El nuevo novio o la nueva novia: Rosewood con "derecho a roce"
Y llegamos al punto final, pero no por ello menos importante. Una de las grandes bazas de 'Pretty Little Liars' es meter a personajes buenorros nuevos cada temporada. Ellos y ellas pasean por Rosewood con alguna excusa centrada en su misterioso pasado que los hace llegar hasta allí.
El guion para introducir a un nuevo habitante es el siguiente: una persona bella ha llegado a la ciudad; una persona bella ha llegado a la ciudad y es muy turbia; una persona bella ha llegado a la ciudad y es -A; la persona bella no es -A y se ha liado con Emily/Arya/Spencer/Hanna (elegir protagonista dependiendo del arco en el que se mueva el nuevo secundario. Si es mujer, este nuevo personaje siempre va a ser homosexual y se va a liar con Emily. Repetimos: siempre).
Porque cada nueva incorporación al elenco es una nueva pareja potencial de cualquiera de nuestras liars. Si no interesan, se van tan rápido como vienen (Caleb se marchó al más allá y volvió de una pieza), y si interesan se quedan un poquito más (e incluso vuelven con su pesadez como varias novias de Emily).
Queda ya poquito para que 'Pretty Little Liars' desaparezca de nuestras vidas, y nosotros seremos de esos que lloren fuertemente su pérdida. Un drinking game ya nunca será lo mismo ("chupito cada vez que Emily tenga nueva novia"), los veranos serán mucho más aburridos y descubrir por fin al gran villano de la serie dejará al mundo sin uno de esos grandes misterios que nos hace sentir vivos.
Disfrutemos del último pedacito de la serie más mamarracha de los últimos años, porque al fin y al cabo, para eso esta hecha: para disfrutar de su absurdez y falta de complejos. Ni más ni menos.