Se vendió como un símbolo del auge de la nueva política. La conquista de las grandes capitales en 2015 por parte de Podemos fue un gol por la escuadra para una formación que había alcanzado la arena en solo 12 meses, tras las elecciones al Parlamento Europeo.
La joya de la corona de aquel hito fue el Ayuntamiento de Madrid. La victoria de Manuela Carmena permitió que la formación morada gestionase un presupuesto similar al de un ministerio e influyese en la vida diaria de más de tres millones de personas. Y desalojara a un PP que había gobernado la ciudad durante 24 años.
Sin embargo, tan sólo tres años después, ese liderazgo se tambalea. La decisión de suspender de militancia a los seis concejales que mantiene en el Consistorio capitalino (que forman parte del círculo cerrado de la alcaldesa), han derivado en que la formación morada no cuente, en estos momentos, con ninguna representación en la capital del país.
A pesar de que Pablo Iglesias mantiene por activa y por pasiva que sostiene su apoyo a Manuela Carmena, cuesta creer que desalojar a personalidades como la portavoz del Gobierno, Rita Maestre, sean movimientos sin consecuencias.
Las guerras internas en Podemos y el círculo cerrado de la alcaldesa
El movimiento que ha realizado la dirección de la madrileña calle Princesa no es gratuito. Manuela Carmena no piensa prescindir de los concejales suspendidos porque forman parte de su círculo más cerrado, sobre todo la portavoz municipal Rita Maestre, con quien mantiene una relación muy estrecha.
Por otro lado, el concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, ha sido el responsable de solucionar el embrollo de la operación Chamartín tras permanecer bloqueada durante dos décadas: una medalla menos que se colgará Podemos.
Si esa suspensión termina en la salida de los concejales, todo apunta a que se presentarán como independientes y en los primeros puestos de la lista como deseo expreso de Carmena, por lo que la jugada no apunta a obtener beneficios.
Pero, además, pone en peligro el pacto entre Errejón e Iglesias para bloquear a los anticapitalistas mediante el exJemad Julio Rodríguez. Es la figura con la que buscan liderar la formación en Madrid, ya que el grupo discordante quiere restar poder a Carmena, por lo que las debilidades minan la fortaleza de la formación.
Espinar nunca actúa sin el aval de Iglesias
La intención de relegar a los concejales a las últimas posiciones de las listas podría tener una clara causa: colocar a personas afines a la dirección nacional en el Ayuntamiento de Madrid y presentarlos como garantía de gestión de cara a unas futuras elecciones generales.
Ramón Espinar, que maneja los hilos en Madrid, nunca actúa sin el visto bueno de Iglesias, por lo que se evidencia la verdadera autoría de un gesto que supone un cisma para los morados.
La candidatura de Errejón a la Comunidad no ha impedido que la guerra con Iglesias continúe: la fidelidad al exnúmero dos que mantienen los ediles suspendidos puede ser la causa. El presidente morado no quiere, bajo ningún concepto, que Errejón se quede con todo el poder en la región, sobre todo, tras colar a varios miembros en la lista a la Comunidad tras el pacto velado que dejó la caída de Carolina Bescansa. Pero, ¿se están controlando los tiempos positivamente? Parece que no.
Un movimiento con errores
A seis meses de las municipales y autonómicas, Podemos pierde el argumento electoral basado en la gestión y evidencia sus guerras internas. ¿Esto puede minar la confianza del votante a la hora de dirigir su gobierno? ¿Darían su confianza a un partido que no es capaz de solucionar sus fracturas?
Y, además, los próximos comicios pueden ser fundamentales para una formación en caída libre en las encuestas. Los sondeos no descartan que la izquierda pueda recuperar el gobierno de la Comunidad de Madrid. El candidato socialista, Ángel Gabilondo, sería presidente, pero necesitaría el apoyo de Podemos para gobernar. Y aquí surge una oportunidad única: con la postura favorable de Pedro Sánchez, las posibilidades de que se edite un pacto similar al vivido en Castilla-La Mancha, con la vicepresidencia para los morados, permitiría ostentar una posición de privilegio en una región con casi seis millones de habitantes.
¿Podemos es una marca agotada?
En estos movimientos, queda una incógnita mayúscula. ¿Podemos es una marca agotada? ¿Realmente beneficia presentarse con las siglas que dieron el pistoletazo a la denominada como 'nueva política'?
Aquí surgen las dudas. La gestión del asunto catalán le ha llevado a la cuarta posición, descolgándose de los 'tres grandes' y con una trayectoria en la que no consiguen remontar.
La candidata andaluza Teresa Rodríguez (aunque es cierto que ejerce como líder de facto en Anticapitalistas junto al alcalde gaditano José María González Kichi), se está presentando con la marca 'Adelante Andalucía' y, a pesar de que no reniega de Iglesias en sus mítines, el partido pierde el gran escaparate de cara a la macrocita electoral de primavera.
¿Presentarse como Podemos es garantía de fracaso? Todo queda bajo criterios subjetivos, pero es evidente que las peleas internas publicitadas en los medios no ayudan en ningún caso.