Olor a libro. Solo con leer esto se viene a nuestra cabeza un olor muy particular. Por una parte, el olor a libro nuevo recién salido de la imprenta con sus páginas blancas y una nueva historia que contar por delante; por otra, el olor a los libros que heredamos de nuestros padres con una historia seguramente ya conocida con páginas amarillentas en las que se aprecia el paso de los años.
Pero ¿por qué los libros adquieren ese olor tan característico? Y, sobre todo, ¿por qué nos gusta tanto? Ambas preguntas han sido respondidas por la ciencia.
Matija Strlic es químico y profesor en la University College of London. Este investigador se ha preguntado cómo huelen los libros antiguos y ha desarrollado una nariz artificial capaz de detectar e identificar los aromas que estos emanan. "Una combinación de notas herbáceas, con puntas ácidas, y un toque de vainilla sobre un olor a moho subyacente" es la descripción de olor a libro antiguo que el profesor plasmó en su trabajo 'Olor del patrimonio: un marco para la identificación, análisis y archivo de olores históricos'.
Los productos que componen las hojas se degradan de manera natural con el paso del tiempo, la exposición al oxígeno, la humedad, el polvo... Y nuestro cerebro asocia directamente esa mezcla de olores como algo placentero.
Chocolate, café...
Un estudio realizado por los investigadores de la London College University en el que daban a oler a voluntarios los compuestos orgánicos de una novela de 1928, más de un tercio de los participantes dijeron que el olor les recordaba al del chocolate.
El café fue el segundo olor elegido. Puede sonar raro, pero esto se debe a los compuestos químicos y fermentados que contienen... que coinciden con algunos de los componentes que también se encuentran en el papel usado.
