La vacuna del coronavirus ha salvado millones de vidas y es la única herramienta realmente eficaz a la hora de relajar restricciones. Como bien dice Margarita del Val, viróloga del CSIC, en estos momentos debemos "no hay que tener miedo a la vacuna, sino a la Covid-19".
La gran mayoría de efectos secundarios se corresponden con síntomas leves y los casos realmente extraordinarios de síntomas graves se pueden controlar con un pinchazo. Por ello, la recomendación de las autoridades sanitarias en todos los casos es una: vacunarse ante todo.
Pero, en esta circunstancia, quizás te ha surgido una duda: ¿Por qué algunas personas sufren efectos secundarios tras vacunarse contra el coronavirus? ¿Por qué sienten un cuadro similar a dolor de cabeza, fiebre o fatiga? ¿Qué está pasando en su organismo?
El motivo tras los efectos secundarios de la vacuna
Los efectos secundarios que se desarrollan tras la vacuna se corresponden, tradicionalmente, con un sistema inmunitario que se está acelerando. Son habituales con las vacunas y es una respuesta normal. Por ello, se recomienda que el día posterior a recibir las dosis no se realice ninguna actividad física extenuante.
Para comprender mejor cómo interactúa la vacuna con nuestro organismo, debemos tener en cuenta que nuestro sistema inmunitario está compuesto de dos brazos principales. El primero de ellos se activa tan rápido como el cuerpo detecta a un intruso extraño.
Los glóbulos blancos se dirigen hacia ese lugar, por ello tenemos una inflamación que genera escalofríos, dolor, fatiga y otra serie de efectos secundarios. Esto muestra un buen sistema inmunitario y es normal que sintamos esta serie de síntomas.
La rápida respuesta de nuestro sistema inmune suele debilitarse con la edad, uno de los motivos por los que las personas más jóvenes suelen tener más efectos secundarios que los adultos mayores. Además, algunas vacunas suelen provocar más reacciones que otras.
Sin embargo, cada cuerpo reacciona de forma diferente. El hecho de no haber sentido ningún tipo de reacción, no implica que la vacuna no haya interactuado con nuestro organismo o que no haya funcionado como debería. Cada organismo es único y complejo, por ello, reaccionará diferente.
Hemos hablado de un primer brazo del sistema inmune. Quedaba el segundo. La vacuna también activa esa segunda parte, la que proporciona protección real frente al virus al proporcionar anticuerpos específicos que combatirán al patógeno de manera directa.
En este caso, puede surgir otro efecto secundario molesto, la inflamación de los ganglios linfáticos de nuestro organismo, algo que sucederá de manera temporal y que sobre todo afectará a los que se sitúan debajo de nuestros brazos. A las mujeres, además, se les recomienda realizar una mamografía rutinaria para que no se confunda un ganglio inflamado con un cáncer.
Pocos riesgos graves
Se han administrado cientos de millones de dosis en todo el mundo y se ha comprobado que las vacunas son seguras, pero un porcentaje mínimo de casos ha desarrollado algunos síntomas algo más serios, pero cuya posibilidad es altamente remota, como sufrir un accidente de tráfico o que se caiga una rama sobre nosotros en un paseo por la calle.
Un pequeño porcentaje de los que recibieron AstraZeneca reportaron cuadros inusuales de coágulos de sangre. Algunos países han reservado estas dosis para adultos mayores, puesto que los reguladores consideran que los riesgos siguen siendo menores que los contagios por la enfermedad.
También se han reportado casos de reacciones alérgicas severas ocasionales. Esto es muy sencillo de controlar: por ello se pide esperar 15 minutos en las salas tras recibir la dosis, para asegurar que cualquier reacción se puede tratar rápidamente con un pinchazo.
Por último, queda comprobar si la inflación cardíaca temporal que puede desarrollarse con muchas infecciones también puede ser un efecto secundario poco común en las vacunas de ARN mensajero, como Pfizer o Moderna. Por el momento, no se ha encontrado relación, pero se está estudiando en un grupo por parte de las autoridades estadounidenses, sobre todo en hombres adolescentes y adultos jóvenes.