El periodista Víctor Lapuente ha conseguido ser el centro de todas las críticas en Twitter durante estos días debido a la controvertida columna que ha publicado en El País. Y es que, pese a la buena intención que pudiera haber tenido a la hora de indagar en por qué los hombres violan, las respuestas que ha dado a esta pregunta han sido de todo menos acertadas.
Comienza su texto hablando de la más que manida testosterona, y cómo esta afecta al autocontrol de los hombres, reduciéndolo considerablemente. En una sola frase hay demasiados errores como para que podamos continuar analizando la columna y pasar de largo. Empecemos por lo básico: los hombres no violan porque sientan necesidades sexuales que no puedan controlar debido a su testosterona, sino que la mayor parte de las violaciones proceden de una necesidad de sentirse superiores a las mujeres. Es más algo social que algo biológico; necesitan imponerse, mostrar que son el "sexo fuerte", y que las mujeres no son más que objetos sexuales a su disposición, y es por eso que violan. No procede de ningún instinto sexual básico que no puedan reprimir, ni mucho menos.
Además, no hemos de olvidar que estamos inmersos en una cultura de la violación que sexualiza y cosifica a las mujeres, y que ampara a los hombres a la hora de estos sentirse superiores. Las violaciones no tienen una causa biológica, sino una causa social llamada patriarcado. El abuso sexual no deja de ser una forma de violencia machista, es decir, una forma de ejercer poder sobre la mujer para someterla.
La masculinidad herida como excusa
"Seguimos agrediendo a las mujeres. Y las razones hay que buscarlas en un aspecto poco conocido de la naturaleza masculina: nuestra sensibilidad. Por ejemplo, el éxito profesional o social de nuestras parejas afecta negativamente a nuestra autoestima", señala Lapuente, usando como excusa una supuesta sensibilidad masculina que les empuja inequívocamente a reforzarse a sí mismos mediante la violación, o eso parece entenderse en la columna.
A partir de ahí, habla de hombres heridos por el contexto social en el que nos encontramos inmersos, no solo por haberse quedado sin trabajo o por haber visto cómo sus privilegios iban desapareciendo uno a uno, sino también porque la revolución feminista ha conseguido que el espacio público comience a estar lleno de mujeres. "Y, como advierten los antropólogos, las ratios entre hombres y mujeres determinan las actitudes sexuales de los primeros. Ya sea en la selva amazónica o en las universidades americanas, si los hombres son mayoría, invierten esfuerzos en construir relaciones saludables con las mujeres. Si son minoría, prefieren el sexo esporádico y se vuelven más violentos", explica.
El problema de todas sus explicaciones, y de todas las excusas que parece poner a por qué los hombres violan es el mismo: se centra en que el hombre tiene un motivo biológico para violar, justificando así estas agresiones de una manera u otra, y olvidando el verdadero motivo por el que suceden las violaciones. No es porque las mujeres hayan ganado poder en la sociedad, y los hombres se vean obligados a luchar por el espacio que antes ocupaban; tampoco es porque la testosterona no les deje pensar en condiciones. Las agresiones sexuales se dan porque los hombres ven en esta violencia una forma de someter de nuevo a las mujeres, por mucho que Lapuente se empeñe en victimizar a la población masculina.
Porque realmente lo que trata de hacer en todo momento durante su artículo es victimizar a los hombres, hacernos ver que ellos no tienen la culpa de violar, que se ven empujados por factores biológicos, o por factores externos a sí mismos. Esto es problemático no solo para las mujeres, sino también para los propios hombres, a los que el columnista les está haciendo un flaco favor: los está tachando de seres incapaces de autocontrolarse, débiles y carentes de la fuerza de voluntad necesaria como para evitar cometer una agresión sexual. Es una afirmación que nos perjudica a nosotras como mujeres, puesto que nos deja "indefensas" ante una agresión sexual, pero que también les afecta a ellos, puesto que les deja en un lugar bastante poco deseable.
No victimicemos a los hombres: ellos son los que violan
Las tasas hablan por sí mismas: los hombres violan, y las mujeres o las niñas son víctimas. También hay hombres que acaban siendo víctimas de violación, así como niños, mas lo cierto es que hay algo que no suele cambiar, y es el agresor. Víctor Lapuente comete el error de situar a los hombres como las hipotéticas víctimas de una situación biológica que no pueden evitar.
Como bien explica Jéssica Fillol en su página web, " los hombres violan porque se les ha enseñado que no pasa nada si cuando se empalman ya no razonan, porque es la mujer que esté a su lado quien tiene que asumir las consecuencias de esa erección, o bien exponerse al reproche social de ser estigmatizada como calientapollas". A esto, ella añade que continuamos teniendo "una educación sobre la sexualidad femenina absolutamente castradora, y sobre la sexualidad masculina absorbente y falocéntrica". Esto ha provocado que los hombres dejen de pensar en el deseo de la mujer que está a su lado, "y la ausencia de un 'no' es interpetada como un 'sí'".
Lapuente continúa insistiendo en que todo se debe a que los hombres son más violentos, y que esto es provocado por "los corsés emocionales y la competitividad extrema". Sí tiene razón en algo, y es que el patriarcado también afecta a los hombres, pero estos continúan sin ser la víctima potencial de esta forma social, sino que son los principales beneficiados; hablando de violaciones no debemos perder nunca nuestra preocupación principal de vista, y son las mujeres como víctimas de estas agresiones. Porque son ellas las que protagonizan la inmensa mayoría de los casos.
La existencia de artículos con este tipo de contenido justo tras haber salido la sentencia de 'La Manada' es bastante preocupante, ya no tanto por la idea que transmite (que también), sino por los comentarios que ha suscitado. No hay más que echar un vistazo a etiquetas en Twitter como #YoNoTeCreo para ver a dónde conducen todas estas excusas y justificaciones.