Después de un año difícil, ha llegado el momento de dar el paso, de reconocer que necesitas ayuda y que es hora de buscarla en un profesional acudiendo a terapia.
La terapia se basa en la creación de un espacio seguro y de confianza donde el cliente pueda explorar sus pensamientos, sentimientos y experiencias. De hecho, la efectividad de la misma radica principalmente en la empatía del terapeuta y su capacidad para comprender y guiar al paciente.
Estas cualidades no están determinadas por el género, sino por la formación, la experiencia y la habilidad del terapeuta para comprender las complejidades de la mente humana. Entonces, ¿por qué suele preocuparnos si la persona que se sienta frente a nosotros durante ese rato es hombre o mujer? Realmente el género no tiene importancia, mientras los resultados sean efectivos.
Elección de terapeuta por una cuestión de confort
Son los estereotipos de género los que nos hacen tener esa preferencia de forma inconsciente. Algunas personas pueden sentirse más cómodas compartiendo sus experiencias con alguien de su mismo género, mientras que para otras, la empatía y la comprensión del terapeuta son lo primordial. Es, literalmente, cuestión de nuestra propia mente.
No obstante, Devon Frye, redactora de Psychology Today, ha explicado que hay ocasiones en las que la preferencia por un género viene determinado no por estereotipos sino por la historia vital de cada uno de nosotros.
Además, ha destacado que suele ocurrir sobre todo en las mujeres: "Muchas mujeres que han sido traumatizadas, han sido traumatizadas por un hombre, por lo que se sienten mucho más cómodas y seguras con una mujer. En casos así, la elección de una terapeuta mujer es comprensible, pero solo por una cuestión de confort. No por resultados".
La aceptación y comprensión del cliente por parte del terapeuta son esenciales, independientemente del género, y son factores fundamentales para el éxito de la terapia: "El predictor más fuerte de si la terapia ayudará a alguien no es el género del psicólogo ni del paciente, es la conexión que crean ambos sobre la empatía, la aceptación y el respeto mutuo".
Lo crucial es encontrar un terapeuta con el que el cliente se sienta cómodo y comprendido, sin limitarse por normas de género preestablecidas.
