El ataque que Hamás ha realizado contra Israel ha roto todos los pronósticos. El país hebreo vive en estado de alarma constante y cuenta con un sistema de seguridad muy eficaz, de gran solvencia tecnológica y humana, que en esta ocasión ha fallado por completo.
La guerrilla palestina que gobierna la Franja de Gaza ha lanzado un fuerte ataque contra Israel que ha llevado a sus milicianos a infiltrarse tras la frontera. Precisamente, este ataque se produce medio siglo después de la guerra de Yom Kippur de 1973.
La respuesta de Israel, con una fuerza militar muy superior, ha sido un fuerte ataque contra la Franja, en una escalada que ya ha dejado más de 1.100 muertos y más de 2.300 heridos. Israel no esperaba un ataque de estas características y se ha considerado como un fracaso en la estrategia de la inteligencia israelí.
Los ataques se han mantenido en la frontera de Gaza con Israel, pero el objetivo de Hamás, según ha declarado su líder, Mohammed Deif, es extender la lucha por todo Israel. El fin último es provocar una insurrección que se extienda por todo el país y alcanzar la mezquita de Al-Aqsa, uno de los grandes templos musulmanes que representa la lucha de la liberación palestina.
El marco de los ataques
Nadie ha pasado por alto el momento en el que se han producido los ataques. Precisamente, cuando Israel está negociando acuerdos para normalizar sus relaciones con Arabia Saudí. El estado hebreo está realizando una labor destacada para mejorar sus relaciones con naciones del mundo árabe y ya ha cerrado relaciones en este sentido con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos. Además, espera acercarse a Omán y Catar.
Estos países se están viendo presionados por Estados Unidos en su relación con Israel, pero este país también se ha alzado como un aliado estratégico en la compra de tecnología. Así se ha evidenciado, por ejemplo, en el caso de Marruecos, que se estableció como socio comercial en el escándalo Pegasus, que afectó a España.
El acercamiento desde las élites en países árabes hacia Israel, sin embargo, no se mantiene en la población de sus países, donde el apoyo a la causa palestina se extiende con manifestaciones hacia la situación de esta comunidad e incluso puede poner contradicción a sus líderes.
El ataque de Hamás ha puesto el foco sobre su situación y, ahora, puede poner en riesgo la firma del acuerdo entre Israel y Arabia Saudí, así como la normalización de sus relaciones. Un pacto que podría cambiar por completo la situación de esta región pero que, sin embargo, dejaría cada vez más aislados a los gazatíes.
Además, este golpe a Israel pone en duda la eficacia de su férreo sistema militar, siempre implacable y erige a Hamás ante su población como la organización con la capacidad de responder ante cualquier afrenta que se aprecie. En Palestina existen, en estos momentos, dos facciones, además de Hamás, que controla la Franja de Gaza, se encuentra la Organización para la Liberación de Palestina, una coalición que gobierna en Cisjordania y que renunció a la lucha armada.