Un mensaje de unas pocas líneas publicado por Aída Domenech, más conocida como Dulceida, en sus stories de Instagram se convirtió en la noticia del día el pasado miércoles 26 de julio. La influencer y bloguera anunciaba unas vacaciones en Menorca con la idea de descansar, y explicaba a sus fans que no se iba a fotografiar con ellos si se los encontraba en las playas de la isla: "¡Menorca! Si me veis por la playi saludadme, pero no me haré fotis (en otro momento claro que sí, ya lo sabéis, nunca digo que no). Pero en la playa quiero descansar e iré con unas pintas importantes. Jajaja. Os amo".
Una honesta, inocente y razonable petición que se le ha vuelto en contra. Las redes sociales se incendiaron rápidamente tras el mensaje de la chica, que desapareció de su perfil de Instagram horas más tarde. No fueron pocos los usuarios que aprovecharon la polémica para arremeter contra la joven y acusarla de habérsele subido la fama a la cabeza, además de cuestionar su labor como bloguera. Sin embargo, lo que se discute hoy es si la influencer tiene derecho a decir 'no' a una foto.
El derecho a la intimidad, a la vida privada o a las vacaciones
Dejando a un lado el aspecto legal de este asunto, y enfocado desde una perspectiva moral, cualquiera de nosotros puede llegar a entender que tanto Aída como cualquier otra persona tiene, entre otros muchos, tres derechos fundamentales que, con la polémica protagonizada por la joven, se han puesto en cuestión: el derecho a la intimidad, a la vida privada y el derecho a tener unas vacaciones.
En su mensaje se evidencia la intencionada amabilidad con la que Aída intenta hacer que sus seguidores empaticen con ella. Con sonada cursilería, la influencer explica de manera muy clara y en muy pocas palabras su intención de tomarse unos días para descansar. Siendo consciente de la ilusión que pueda hacerle a los cientos de miles de admiradores que la siguen encontrarse con ella por las playas de Menorca, Aída les anima a acercarse a ella y saludarla; pero, por una vez, anuncia su intención de no hacerse fotografías mientras disfruta de su descanso en la playa.
Pongámonos por un momento en los zapatos de Dulceida: ¿se imaginan estar de vacaciones, en una pequeña playa con familia o amigos y que cada pocos minutos varios desconocidos se acerquen para fotografiarse con ustedes? ¿Incómodo, verdad? Agotador, me atrevería a decir. Pero este planteamiento parece que no vale. Muchos de los usuarios que se han mostrado críticos con la actitud de la chica creen que Dulceida, como personaje público, se debe a sus fans, que son los que sostienen su alto nivel de vida. Y, en parte, tienen razón.
Por eso mismo la influencer admite que nunca dice "no" a una fotografía. Sin embargo, pide un "break", un pequeño descanso, un tiempo muerto. Y se lo pide a las personas que la admiran, que la siguen, que la quieren. ¿No resulta una petición completamente honesta y respetable? Puede que Dulceida sea muy famosa. De hecho es evidente que su cotizada imagen sea responsabilidad, casi única, de sus seguidores. Pero, ¿quién no merece un pequeño descanso de vez en cuando?
Su trabajo como bloguera, de nuevo cuestionado
No obstante resulta muy difícil hacer comprender al resto del mundo tu derecho a unas vacaciones si el resto del mundo considera que tu trabajo no es un trabajo. Es cierto que Dulceida visita lugares paradisiacos, se aloja en hoteles de lujo, viste prendas regaladas por las marcas y, desde fuera, parece que tiene una vida de ensueño. Pero resulta que esa vida de ensueño es el disfraz de una nueva forma de hacer publicidad. El mundo de los influencers es, a día de hoy, imprescindible para las marcas y, por consiguiente, no deja de ser un trabajo. Por muy divino que nos parezca.
El mundo de la comunicación y la publicidad está en constante evolución, pero los influencers no dejan de ser la cara visible de las marcas, sus modelos. Sus nuevos modelos, líderes de opinión. Y su constante exposición también debe de cansar. No son albañiles ni empleados del hogar. Tampoco son camareros ni mineros. Probablemente su trabajo sea más cómodo o fácil que muchos otros, pero no menos valioso ni digno por ello.
Otros casos de famosos hartos de los selfies
Dulceida no es la única que ha dicho "basta" a las fotos con sus fans. Aunque la bloguera solo ha pedido un pequeño receso durante sus vacaciones en Menorca, otros famosos se han negado a hacerse fotos con sus seguidores. Es el caso, por ejemplo, de Justin Bieber, que también utilizó Instagram para anunciar su decisión, aunque de una manera mucho más tajante: "Si me veis por ahí, sabed que no voy a hacerme una foto. He acabado con hacerme fotos. Ha llegado a un punto en el que la gente ni siquiera me dice hola o me reconoce como una persona, me siento como un animal del zoo, y quiero ser capaz de conservar mi cordura".
A nivel nacional, otros famosos como Clara Lago o Jorge Javier Vázquez también han mostrado su incomodidad a la hora de cruzarse con algunos de sus seguidores por la calle. En el caso de la actriz, la joven fue objeto de la polémica tras unas declaraciones en 'El Hormiguero': "Si pudiera hacer como una petición sería que, simplemente, la persona antes de pedir la foto hiciera el ejercicio de empatía, de ponerse en el lugar de la otra persona que, a lo mejor, lleva media hora recibiendo 'Perdona, ¿una foto? Perdona, ¿una foto?'... que además no es 'Hola, ¿qué tal, cómo estás? Me encanta tu trabajo'. Entonces, simplemente, hacer el ejercicio de empatía, a ver si le sigue apeteciendo decir 'Perdona, ¿una foto?' Y ya está, si sigue ya le diré yo 'Pues no, lo siento'. Es broma".
En la misma línea, el presentador estrella de Mediaset explicaba su posición al respecto del debate en su blog en la revista Lecturas: "Te agarran de un brazo y te dicen: "Una foto". Solo esa frase. Se hacen la foto, te sueltan y ni se despiden. Ahí es donde reside el hartazgo, el cansancio, incluso la tristeza".
Aquí un servidor, el que firma este artículo, ha criticado en alguna ocasión las declaraciones de este tipo. Los personajes públicos tienen, en cierta medida, una profesión que no termina cuando se bajan del escenario. Esto es así. Sus rostros son reconocidos por el común de los mortales y es normal que nos haga ilusión inmortalizar nuestro encuentro con alguno de ellos. Pero también es cierto que uno puede llegar a entender que en momentos muy concretos los famosos no estén para su público. Y si la petición llega de una manera amable y respetuosa, como así han sido las palabras de Dulceida, que además anima a sus fans a acercarse a hablar con ella si la encuentran, debería ser comprendida por todos nosotros.