La situación política de Brasil no está pasando por su mejor momento. La reciente "caída" de Dilma Rousseff, el terremoto social tras una violación que dio la vuelta al mundo y la inminente llegada de los Juegos Olímpicos está convirtiendo al país sudamericano en uno de los focos mediáticos más importantes. A estas noticias se le junta una medida que ha afectado a millones de personas durante unas horas. El pasado martes Brasil bloqueó Whatsapp en todo su territorio durante 6 horas y media en la que fue la tercera vez que se toma esta medida.
Esta vez el bloqueo viene de la mano de la jueza Daniella Barbosa Assumpçao de Souza, del municipio de Duque de Caxias, en la región de Río de Janeiro. Esta jueza entregó a Facebook, empresa propietaria de la aplicación Whatsapp, una orden judicial que pedía poder interceptar mensajes incluidos dentro de una investigación policial. Según la magistrada, llegó a pedirlo hasta en 3 ocasiones distintas en portugués recibiendo silencio como respuesta. No fue hasta la última petición que Facebook respondió, en inglés, que no tenía pensado entregar ningún mensaje compartido entre sus usuarios.
Para la jueza, esta respuesta indicó un absoluto desconocimiento y desprecio por las leyes brasileñas. En la sentencia, hecha pública, destaca que fuera contestada en otro idioma cuando la lengua oficial de Brasil es el portugués. "Es la compañía la que ha establecido su filial en Brasil, y por tanto, la que queda sujeta a las leyes y a la lengua nacionales". La propia jueza cree que Facebook piensa que Brasil es una "república bananera".
Como consecuencia, la magistrada ordenó el bloqueo de la aplicación en todo el país, dejando sin comunicaciones a través de Whatsapp a más de 100 millones de brasileños que tienen descargada la app. Además, obligó a las principales empresas telefónicas de Brasil -Tim, Claro, Hola y Nextel- a cumplir la orden y a una multa de 50.000 reales diarios (unos 13.900€) a Facebook por cada día que no entregara la información requerida.
Finalmente, y tras 6 horas y media de bloqueo, la orden fue levantada por el propio Supremo Tribunal Federal ante una petición del Partido Popular Socialista, de ideología centrista y heredero del Partido Comunista Brasileño. El Tribunal defendió que "la suspensión del servicio viola el principio fundamental de libertad de expresión y comunicación", un punto de vista radicalmente opuesto al de la jueza De Souza, quien afirma que los delincuentes ya no usan conversaciones telefónicas para comunicarse sino mensajes de Whatsapp imposibles de interceptar con la ley actual.
A pesar de todo, este bloqueo fue el más breve de los efectuados por la justicia brasileña en los últimos meses. Whatsapp fue bloqueado por primera vez el pasado mes de diciembre durante 12 horas. La decisión, tomada por un juez de la ciudad de Sao Bernardo do Campo, fue levantada por un tribunal de apelaciones. El otro bloqueo que revolucionó el país tuvo lugar en mayo, cuando la aplicación de mensajería fue bloqueada por orden de un juez de la ciudad de Lagarto durante 24 horas. Esta vez la medida también fue suspendida por un tribunal de apelaciones.
Todos estos bloqueos tienen lugar por la misma razón, órdenes de jueces debido a la negativa de Whatsapp de entregar conversaciones privadas entre sus usuarios. Mientras que antes los jueces podían tener a su alcance las llamadas telefónicas, las conversaciones de Whatsapp son confidenciales y la empresa no piensa entregar datos privados de sus usuarios.
Esto se entiende mejor con la Ley de Marco Civil de internet, una ley brasileña que obliga a todas las empresas telefónicas del país a archivar los registros de sus usuarios durante 6 meses como mínimo por posibles medidas judiciales. Esta norma no se aplica actualmente a las aplicaciones de mensajería instantánea, lo que impide que los jueces puedan realizar ciertas investigaciones si las personas bajo sospecha usan apps como Whatsapp.
Este vacío legal no parece que vaya a resolverse pronto. Actualmente Brasil está absolutamente volcada con la celebración de los Juegos Olímpicos y por hacer de Río de Janeiro la ciudad más segura del planeta. Mientras, la política brasileña pende de un hilo. La ex presidenta Dilma Rousseff sigue apartada de su cargo desde que fuera suspendida por manipular las cuentas públicas. Su sustituto, el presidente en funciones Michel Temer, está al cargo de un país que verá si Rousseff es finalmente destituida en una votación al Senado que tendrá lugar a finales de agosto.