Europa tiene la intención de eliminar el cambio horario estacional. Con ello, evitaríamos adelantar el reloj durante la primavera y atrasarlo en otoño. El gobierno de Pedro Sánchez ya ha asegurado que apoya la medida e, incluso, plantea volver a la franja horaria que nos corresponde: abandonar el horario alemán y retrasar las manecillas del reloj una hora para sincronizar con el Meridiano de Greenwich.
En mitad de este debate, que cuenta con el apoyo del 80% de los votantes europeos que participaron en el referéndum, surge la siguiente duda: ¿Debería permanecer el horario de invierno o el de verano? Pues, quizás, este último sería beneficioso, entre otros aspectos, para la economía. Estos son nuestros argumentos:
1 Creación de puestos de trabajo, mejora de la economía y necesidad de cambio en condiciones laborales
Uno de los principales problemas del horario de invierno es el siguiente: su impacto en la economía. El único bálsamo con el que cuenta este período se produce en Navidades que, ciertamente, es una de las épocas con mayor consumo.
Sin duda, el aumento de horas de Sol por las tardes tiene beneficios. Primero, porque la llegada de la noche experimenta una caída brusca de las temperaturas. Esto, unido a la oscuridad, fomenta que la gente decida permanecer en sus casas. Y, por ende, que evite acudir a un supermercado, tiendas o bares. Y esto, en definitiva, provoca cierto estancamiento a nivel económico.
En cuanto al turismo, no hay que olvidar que algunas regiones, en especial las islas Canarias, viven en plena temporada alta. En este verano permanente, ganar una hora de Sol por las tardes ayuda a que los turistas se sientan más motivados a la hora de salir a la calle.
La temporada de verano ha creado un total de 19,3 millones de ocupados en España durante 2018. Parte de ese empleo podría, por tanto, permanecer: otras zonas como Málaga invitan a tomar una caña en una terraza en pleno enero, eso sí, hasta que cae el Sol. ¿Y si aumenta el número de personas que apuestan por esta forma de ocio tras salir de sus puestos de trabajo?
A todo esto, hay que añadir el resto de sectores que beben del comercio. Por ejemplo, la empresa de transportes Seur llegó a ofrecer más de 400 puestos de trabajo para la campaña de verano. A más intercambio de dinero, sin duda, mejorará la economía.
Esta vía también gusta a la patronal, CEOE, aunque surge aquí la necesidad de regularización. Por ejemplo, la apertura de los supermercados Carrefour durante las 24 horas del día ha provocado redistribuciones de personal y limitación en la contratación de empleados. ¿Y si se establece un mínimo de creación de puestos de trabajo para autorizar el aumento de horas de apertura? También se señala que el hecho de amanecer a las 9 y media en enero descendería la productividad en las oficinas, aunque la UE niega que esta máxima pueda influir en nuestro trabajo.
2 Salud mental
El cambio del horario de verano al de invierno tiene incidencia y puede ser el germen de enfermedades como la depresión. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Epidemiology en mayo de 2017 señalaba que los ingresos en hospitales psiquiátricos aumentaban en un 11% tras la transición al horario de invierno en Dinamarca.
La transición del horario de verano al invierno aumenta un 11% los ingresos en hospitales psiquiátricos
A ello se suman los problemas temporales para adaptarse a los cambios de hora. En casos de depresión severa, los síntomas suelen agravarse durante un período medio de 10 semanas, aunque siempre surge el riesgo de que terminen cronificando. La situación es similar en trastornos como el de ansiedad.
Quienes gocen de una buena salud mental, también se pueden ver expuestos a los cambios de rutina y biorritmos. Todo ello desencadena en problemas para conciliar el sueño, dificultades para dormir, peor calidad de descanso y, por ende, menor productividad y síntomas de fatiga.
Por otro lado, existe una enfermedad directamente relacionada con el cambio de horario: el trastorno afectivo estacional. Las personas que la sufren desarrollan tristeza, sentimientos de desesperanza o irritación, pérdida de interés que antes disfrutaban, poca energía, dificultad para dormir o hacerlo en exceso, deseos de comer compulsivamente y aumento de peso o pensamientos de muerte o suicidio. Estos casos tienen especial incidencia en el cambio al horario de invierno
Este último caso depende de desiquilibrios en los niveles de serotonina (la hormona que equilibra el estado de ánimo), la melatonina (que regula el sueño) y la vitamina D (que contribuye a un mejor bienestar físico). Suele aparecer con los cambios de estaciones, sobre todo en invierno; aunque se puede ver agravado con el cambio de hora.
3 Aprovechamos las horas de luz y mejora nuestras relaciones
Está relacionado con el primer punto, pero parece evidente que no aprovechamos las horas de luz cuando estamos en la oficina y no las disfrutamos cuando hemos salido de ella, es decir, el único momento del día en el que podemos elegir con cierta libertad qué queremos hacer.
Por ello, tener más horas de luz permitirá, por ejemplo, que nos animemos a salir a pasear, reunirnos con nuestros amigos o, por ejemplo, asistir a eventos como (por qué no) visitar un museo, ir al cine o salir a cenar.
4 Es la voluntad de los europeos
A todo ello, se suma el problema de imponer un horario de invierno que, tras una consulta pública, ha obtenido un rechazo prácticamente unánime: cuatro de cada cinco europeos apostaron por esta medida.
En cuanto al horario preferido, el diputado europeo alemán Daniel Caspary se mostró contundente en declaraciones a la agencia DPA: "Veo que hay mucho interés en una nueva regulación que plantearía dejar el horario de verano durante todo el año". Y, al parecer, esa opción también cuenta con el apoyo mayoritario de los españoles.
5 Un escollo: la dificultad para adaptarnos al meridiano de Greenwich
Evidentemente, no todo iba a ser positivo. El principal problema que entraña este cambio es el siguiente: sincronizar nuestro reloj con el horario que corresponde, es decir, una hora menos, tal y como sucede en Inglaterra, Marruecos o Portugal.
En la actualidad, España no cuenta con el horario que le corresponde porque Franco decidió sincronizar la hora con Alemania en plena II Guerra Mundial. Esto ha influido en nuestros hábitos, como comer más tarde, acostarnos más tarde o levantarnos más tarde. Una situación excepcional que solo se repite en muy pocos países como Brasil.
La Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles lleva varios años trabajando para cambiar nuestro reloj. Sus propuestas alcanzaron cierta relevancia cuando Moncloa lanzó una especie de 'globo sonda' en 2016 para evaluar los apoyos a esta medida.
"El horario de verano solo favorecería a los países del norte", asegura el presidente de esta organización, José Luis Casero, en declaraciones al diario ABC. Casero asegura que acudir al puesto de trabajo sin luz solar (amanecería alrededor de las nueve y media de la mañana en invierno) implicaría una reducción de la productividad, así como aumentaría el gasto energético en las oficinas.
Este ha sido el principal argumento que se ha empleado tradicionalmente para mantener el cambio horario. Sin embargo, varios informes emitidos por los técnicos de la UE muestran una opinión contraria y aseguran que no tendría especial incidencia a nivel laboral.
Desde la Organización apuestan por imponer el horario de verano en el norte de Europa y el de invierno en el sur, aunque generaría ciertos desajustes. Por otro lado, nuestra peculiaridad horaria comporta muchas tradiciones culturales, como despertarnos o comer tarde. ¿Cuánta gente estaría dispuesta a cambiar estos hábitos?