El sexo es un término que siempre se asocia al placer. La oportunidad de conectar íntimamente con otra persona nos proporciona una amplia gama de sensaciones. No obstante, el acto sexual no es un camino fácil para algunos. Las inseguridades, la falta de experiencia o los traumas vividos anteriormente hacen de él todo un reto para muchas personas.
El camino por la senda del sexo
¿En qué consiste?
La disforia se refiere al desarreglo de emociones que sufrimos las personas, en respuesta a acontecimientos vitales ordinarios. Como su propio nombre indica, la disforia postcoital, sucede después del coito o acto sexual. Este rasgo no es constante en todas las personas. Algunas se sienten vacías y frías y otras, en cambio, sienten la necesidad de llorar.
Esta disforia postcoital es más común de lo que se piensa. Las investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Queensland, en Australia, determinaron que el 46% de las mujeres y el 41% de los hombres han experimentado esta sensación en algún momento de su vida. Estos datos son abrumadores, ya que supondría que una de cada dos personas ha llorado alguna vez después de llegar al orgasmo.
Una explosión de hormonas
Es importante conocer nuestro cuerpo y saber como funciona durante el sexo. Cuando las personas alcanzan el clímax durante el acto sexual su cuerpo libera 4 grandes hormonas clave: endorfinas, dopamina, oxitocina y prolactina. Cuando el sexo es muy placentero las endorfinas y la dopamina (las hormonas de la felicidad) hacen su aparición estelar. Son las que suelen estar relacionadas con las adicciones.
La oxitocina, por su parte, es la encargada de realizar las contracciones uterinas para facilitar la concepción y las vesículas seminales para liberar el esperma. Además de por su función reproductiva, la oxitocina también está en nuestro cuerpo para aportarnos bienestar, tranquilidad, empatía y apego. Si sientes que después de llegar al orgasmo sientes una conexión enorme puedes echarle la culpa a esta hormona.
¿Y si todas son tan positivas, cuál está haciendo que me sienta tan triste? Pues la hormona que buscas es la prolactina. Cuando se libera durante el orgasmo, avisa a nuestro cerebro de que el placer ya ha pasado y debe descansar, lo que se conoce como: período refractario. Además, es la encargada de hacer que los senos crezcan y la que permite amamantar tras tener un hijo. Después de entrar en escena la prolactina, automáticamente desaparece el deseo sexual (tanto en hombres como en mujeres). Esta sensación de vacío puede causar a veces esas ganas de llorar.
¿Es malo que llore tras el orgasmo?
Llorar es una forma de autorregularnos emocionalmente. Hay personas que lloran más y otras que lloran menos, pero en ningún caso es algo negativo. En este caso, llorar después de llegar al clímax es una reacción natural y no debes preocuparte por ello ni reprimirte. El doctor Robert Scheweitzer, experto en disforia postcoital, explica que si esta ocurre en muchos casos es cuando el orgasmo es muy placentero, nos sentimos muy conectados con la otra persona o, sencillamente, necesitamos liberar tensiones. Y ninguno de esos casos es algo negativo, ¿no?
¿Cuándo debo pedir ayuda psicológica?
Aunque ya hemos explicado los motivos por los que es normal llorar en algún momento postcoito, hay que prestar atención a algunos factores que pueden requerir de ayuda psicológica.
Sufrir en algún momento disforia postcoital no es malo. Este nuevo tabú debería visibilizarse en la sociedad para así, las personas que alguna vez se han visto en esta situación sepan que no son las únicas ni son raras por sentir esa emoción. El sexo es uno de los momentos de mayor intimidad que podemos experimentar y para muchos es un alivio poder expresarse libremente con su pareja después de llegar a clímax del placer. Y debería seguir siéndolo.