Si tenéis una cuenta en cualquier red social, seguramente ya hayáis oído hablar de 'Por 13 razones', o '13 Reasons Why', la nueva serie de Netflix. Es una serie corta, de apenas trece episodios, pero que no necesita ni uno más para hacernos replantearnos la situación en la que nos encontramos inmersos. A diario, leemos nuevas noticias e informaciones sobre bullying, sobre acoso escolar, y sobre las terribles consecuencias que este puede llegar a tener en los jóvenes. No obstante, lo vemos como algo lejano, algo que no puede pasarnos a nosotros, algo que jamás viviremos. Pero nada más lejos de la verdad.
Hay cientos, miles, de Hannah Baker (tanto chicos como chicas). Personas que sufren acoso, que se ven tan atacadas y aisladas en su día a día que no saben cómo reaccionar y, por desgracia, acaban optando por el suicidio. No lo hacen porque sean más cobardes o porque sean más débiles; lo hacen porque no ven otra salida, otra vía posible. De verdad creen que su vida ya ha acabado, y que de poco sirve continuar luchando. Lo hacen siempre condicionados por sus circunstancias externas y, además, empujados por una fuerte depresión.
El suicidio de Hannah Baker no es culpa de trece personas, un fallo que la serie sí que ha cometido. No se puede culpar a trece personas, con nombres y apellidos, de que otra de ellas se haya suicidado. El principal responsable es el sistema educativo, que ve esas situaciones y las ignora (o las consiente); junto al sistema educativo, sí que deberíamos añadir ya al alumnado. Pero no trece personas, no. Todos aquellos que vieron lo que pasaba y cerraron los ojos, que propagaron todos esos rumores sobre ella... Todos son responsables. Pero, sobre todo, la principal responsable es la depresión. La depresión es una enfermedad mental que debe tratarse, sin ningún tipo de excepción. Es un desequilibrio químico que hace que el cerebro no sepa cómo gestionar ciertas cosas, y acabe llevando a la persona a una situación de desesperanza absoluta.
Tal y como muchas de las personas relacionadas con la serie han explicado, 'Por 13 razones' es una serie bastante explícita, y que no es recomendable para personas que estén manteniendo luchas contra sus enfermedades mentales en este momento actual. Shannon Purser declaró que "Hay algunas escenas muy gráficas, que podrían fácilmente desencadenar recuerdos y sentimientos dolorosos. Por favor, protegeos". Porque sí, es una serie que puede aportar una gran visibilización, pero también puede hacer daño a todas esas personas que sufren acoso, por ejemplo, puesto que pueden llegar a plantearse el final de Hannah Baker como el único final posible. No debemos olvidar que, como ya hemos dicho, hay muchas Hannah Baker en la vida real. Hoy vamos a conocer la historia de una de ellas, contada por su padre.
Julia Derbyshire se suicidó con 16 años
Cuando tenía tan solo dieciséis años, Julia decidió que no podía continuar con su vida. El acoso que sufría era tal que incluso sus padres decidieron mudarse de continente... Pero, por desgracia, las nuevas tecnologías se lo pusieron fácil a los acosadores para continuar haciendo daño.
Julia nació en Reino Unido, pero con tan solo cuatro años se mudó a Estados Unidos. Diez años después, con catorce años, su familia decidió volver a Inglaterra para tratar de huir de sus acosadores. Fue a los doce años cuando comenzó el tormento de Julia. Pongámonos en situación por un momento: con doce años, se acaba de entrar al instituto. No se tiene madurez suficiente como para afrontar ningún tipo de situación de este estilo, porque ni siquiera se tiene una personalidad forjada, con lo cual se es mucho más influenciable. A esa edad, Julia comenzó a verse insultada por su orientación sexual. Ella, hablando con una de sus mejores amigas, le confesó que quizás podría sentirse atraída por las chicas; la otra puso esa información en oídos de todo el mundo, y comenzó el bullying.
El acoso la llevó a sentirse aislada, y ese profundo aislamiento la llevó a tener depresión. Es por eso que comenzó a auto-lesionarse. Su familia vio en ese punto el momento clave, y decidieron coger sus maletas y huir a Reino Unido, tratando de alejar a su hija de todo aquello. Pero poco pudieron hacer, porque aunque Julia ya no sufriera acoso en persona, sí que lo seguía sufriendo a través de internet; de todas formas, aunque hubiera dejado de sufrirlo, el daño ya estaba hecho. Las secuelas de esa situación que había tenido que vivir eran demasiado profundas como para que pudieran sanar con un simple viaje.
Julia usó nombres falsos para visitar páginas webs relacionadas con el suicidio. Un día, sin previo aviso, sin que nadie pudiera realmente preverlo, se ahorcó. Cuando su padre la encontró, Julia aún continuaba con vida, pero demasiado débil como para poder recuperarse. Pese a todo, estuvo un tiempo ingresada en el hospital, en estado de coma y sobreviviendo a través de una máquina. Finalmente, el padre de Julia tuvo que decidir el momento de desconectarla, sabiendo ya que a nivel cerebral su hija llevaba muerta mucho tiempo.
De esto hace ya dos años. Julia habría cumplido en 2017 los dieciocho años, pero su padre, en lugar de abrir una botella para festejarlo, tuvo que llevar flores a su tumba. Desde que su hija falleció, él decidió comenzar con una campaña llamada SASSY (Apoyo contra la auto-lesión y el suicidio en adolescentes), a través de la cual ha llegado a difundir las fotografías de su hija en el hospital. Pese a lo doloroso que habrá sido para él esto, ha decidido dar un paso adelante y tratar de ayudar así a todas las familias que están lidiando con el acoso escolar y con la depresión. "Julia fue la chica más divertida, inteligente y bondadosa. Perdió su vida con 16 años, y esto no es justo, ni está bien. Hago campaña para mantener su espíritu vivo y ayudar a otros en su situación, porque esto es lo que ella hubiera querido", declara su padre.
Poco a poco, mediante la concienciación, puede que lleguemos a hacer que esta epidemia que es el suicidio juvenil pare por completo. El acoso escolar podría frenarse con un poco más de empatía por parte del alumnado, así como educación por parte del sistema escolar y de los propios padres.