La Policía Nacional está indignada por la oleada de robos que diariamente sufre el flagship de Primark en la madrileña calle de Gran Vía. Los agentes del Cuerpo han dado un 'toque de atención' ante la gran cantidad de denuncias que reciben y que están saturando la capacidad operativa de la Comisaría.
La peculiaridad de esta cadena de 'hard discount' radica en que no cuenta con las tradicionales medidas de seguridad del resto de tiendas, tales como la tradicional alarma que se coloca pegada a las prendas o los paneles de seguridad que se suelen colocar en las puertas y que ejercen sobre todo como medida disuasoria.
Las únicas bazas con las que cuenta el establecimiento son las cámaras de seguridad y la intervención de los agentes de seguridad. Sin embargo, y al parecer, la tienda cuenta con menos personal de este tipo que la que figura en el contrato con Prosegur (31 firmados, frente a los 11 que señaló la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana. La Vanguardia lo reduce incluso a ocho). Por este hecho, la Delegación del Gobierno propuso una multa de 5.200 euros a la empresa de vigilancia el pasado mes de enero.
El problema en todo ello radica en que la empresa considera que, atendiendo a los bajos precios de sus productos, le sale a cuenta permitir ciertos hurtos antes que comprar y mantener ciertas medidas de seguridad.
La gran mayoría de hurtos son realizados por menores extranjeros, que en ocasiones son pillados 'in fraganti' por las cámaras de seguridad y son expulsados del centro. Sin embargo, dado el tamaño de la tienda y la gran afluencia de personas, los pequeños vuelven al rato sin ningún tipo de problema. Algunos, de hecho, cuentan con una orden de alejamiento que suelen saltarse de manera frecuente.
Hay que tener en cuenta que si lo robado no supera los 400 euros, todo queda en falta y no en delito. Además, si se supera dicha cantidad y el autor del robo es menor de 14 años, quedaría exento de ser juzgado, ya que a dicha edad los menores son considerados como 'inimputables'.
Los robos con menores son una constante en el centro de Madrid. Se dirigen habitualmente contra turistas (a los que llegan a quitar la cartera, el teléfono, la tableta o la cámara) sin ningún tipo de tapujo. Los hurtos incluso se extienden a otras tiendas cercanas como Zara o H&M, aunque la novedad y baja seguridad de Primark hace que siga siendo el lugar preferido por los cacos.
Los más llamativos se dieron en el Apple Store de la Puerta del Sol, donde los pequeños se dedicaban a cortar con los dientes los cables que mantenían sujetos los teléfonos a los estantes. De esta forma llegaron a robar terminales de muy alta gama que pueden venderse a precios elevados en el mercado.