La posición de Susana Díaz como líder de la que fue todopoderosa federación socialista se encuentra en entredicho. Su amarga victoria en las elecciones andaluzas y la nefasta relación que mantiene con Pedro Sánchez pueden suponer el final de su vida política.
No hay duda de que el presidente del Gobierno necesita imponerse en su partido. La mayoría de barones territoriales (prácticamente todos apoyaron a Díaz en las pasadas primarias) no dudan en mostrar en público su enemistad con el líder. El más destacado es el presidente castellanomanchego, Emiliano García Page, a quien impusieron un acuerdo con Podemos (el vicepresidente actual es el morado José García Molina) y que ahora muestra su intención de evitar un nuevo pacto (el próximo gobierno será con Ciudadanos).
El asunto catalán aún pesa y, por ello, Sánchez prepara la denominada 'Operación Montero': colocar a su ministra de Hacienda, la sevillana María Jesús Montero, como nueva líder. No hay duda de que ella no mostraría desacuerdo, ya que ha formado parte del Ejecutivo apoyado por los independentistas, la piedra angular de todos los desencuentros.
El final de Díaz, a quien enseñaron la puerta el mismo 2 de diciembre, podría acercarse. En un principio todo apuntó a que ese asalto se realizaría tras la sesión de investidura, pero las citas electorales que se han ido programando han aplazado todas estas decisiones. Mientras tanto, Susana Díaz está preparando una 'huída hacia adelante' blindándose, aunque sus armas sean extremadamente débiles.
La 'Operación Montero'
Ante esta situación, los colaboradores de Sánchez piden renovar el PSOE y la propia Montero, que formó parte del gobierno de Díaz antes de la moción de censura, tampoco lo oculta: "Hay que abrir un proceso de reflexión en el socialismo andaluz, lo que tenga que hacer el PSOE-A tendrá todo mi apoyo", aseguró en una entrevista con la Cadena SER preguntada por su papel como favorita.
Sin embargo, Montero no tiene especial interés en abandonar el Gobierno (asegura) y apuesta por sacar los Presupuestos adelante, lo que permitiría que Sánchez agotase la legislatura hasta los comicios de 2020.
Por otro lado, la titular de Hacienda se encontraría con un problema, ya que abandonó su puesto como diputada en el Parlamento de Andalucía, por lo que tendría que dirigir el partido desde fuera de las instituciones. Una situación que, sin embargo, ya vivió Pedro Sánchez antes de llegar a la Moncloa.
El peligro de abrir grietas antes de mayo
Aunque Pedro Sánchez deja entrever que dejará el relevo para después de la sesión de investidura, lo cierto es que este cambio podría aplazarse hasta después de mayo, cuando se celebra la macrocita electoral (habrá municipales, autonómicas y europeas).
En un partido profundamente fragmentado, no interesa especialmente evidenciar la fractura en pleno proceso electoral, que podría pasar factura, máxime, cuando tienen serias posibilidades de ganar en territorios difíciles como Madrid.
No hay que olvidar que el hiperliderazgo de Díaz, que ha construido un partido a su imagen y semejanza, deja una corte de fieles que, a priori, no tienen intención de retirar su apoyo. Y, de paso, habrá que comprobar cómo se comportan la mayoría de barones territoriales, miembros de peso dentro del PSOE, que podrían dejar a Sánchez completamente solo.
Ciudadanos está planteándose pactar con los díscolos del presidente, buscando aislarle para debilitar su posición. Y, en mitad de todo este escenario, no hay duda de que el liderazgo de Pedro Sánchez se encontraría nuevamente en peligro.
