Durante el pasado mes de febrero algunas personalidades del mundo de la política se dieron cita en Madrid junto con decenas de organizaciones sociales. El objetivo era iniciar unas jornadas en contra de los presupuestos de la austeridad, y defender una Unión Europea distinta a la que tenemos; una Europa democrática y transparente.
Frente a una Unión Europea que permite el saqueo de Grecia por parte de los bancos, que persigue una política de austeridad con el consiguiente perjuicio para las familias, que permite la privatización de activos públicos, y que utiliza el euro como un instrumento de dominación de los ciudadanos, algunos políticos e intelectuales han iniciado un movimiento que pretende trabajar en los distintos países de la Unión para volver a negociar los tratados europeos. Ese es el plan A.
La primera tarea que se proponen es terminar con la irresponsabilidad del Eurogrupo, pero también acabar con el supuesto carácter apolítico del Banco Central Europeo, que en realidad está muy politizado. Sin embargo, no parece que los poderes económicos vayan a permitir a los ciudadanos actuar de forma democrática para acabar con este sistema.
Para eso existe el plan B para Europa. Para tener una segunda vía con la que traer la verdadera democracia a las instituciones europeas.
El plan de Varoufakis
En septiembre del año pasado el francés Jean-Luc Mélenchon, el italiano Stefano Fassina, los griegos Zoe Konstantopoulou y Yanis Varufakis y el alemán Oskar Lafontaine publicaron un manifiesto en el que defendían, de cara a la sociedad civil, que la Unión Europea no es una institución democrática, y que es necesario reformarla para que no se convierta en el juguete de unas élites, sino que sea la Europa que todos los ciudadanos quieren. «Esta Europa no produce sino violencias en las naciones y entre ellas: paro masivo, dumping social feroz, insultos atribuidos a los dirigentes políticos contra la Europa del Sur y repetidos por todas las 'élites'», escriben los políticos en el manifiesto. «La Unión Europea alimenta la subida de la extrema derecha y se ha convertido en un medio de anular el control democrático sobre la producción y la distribución de la riqueza en toda Europa».
Por todo esto es necesario una reforma de las reglas del juego: el plan A, la negociación democrática de los tratados europeos. «Nos comprometemos a colaborar con la lucha de los europeos de todos los países, en una campaña de desobediencia a las prácticas arbitrarias y a las reglas irracionales hasta que esta negociación se lleve a cabo», defienden en el manifiesto.
Aunque negociar de forma participativa los tratados sobre Europa que influyen en todos los ciudadanos no debería ser tarea difícil, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, afirmó al respecto que «no puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos». Para algo ya fueron negociados entre los gobiernos y los lobbies.
Por esto, Mélenchon, Fassina, Konstantopoulou, Varufakis, Fafontaine y todos los ciudadanos que se han adherido a este proyecto cuentan con un plan B. Un plan que pasa por iniciar el debate sobre la Europa que queremos en todos los países de la Unión, para así comenzar a tomar medidas concretas que puedan revertir en la Europa que quieren sus ciudadanos, y nos sus élites. «Un gran número de ideas están ya sobre la mesa: la introducción de sistemas paralelos de pago, monedas paralelas, la digitalización de las transacciones en euros para solucionar la falta de liquidez, sistemas de intercambio complementarios alrededor de una comunidad, la salida del euro y la transformación del euro en una moneda común», escriben los autores del plan en el manifiesto.
El inicio en España, las jornadas en Madrid
Por todo esto, los días 19, 20 y 21 del pasado mes de febrero tuvieron lugar en Madrid unas jornadas destinadas a dar a conocer el plan B para Europa y a organizar unas líneas de actuación con las que comenzar el proyecto, así como un calendario de movilizaciones europeas.
Yanis Varufakis, Susan George, Julian Assange, Oskar Lafontaine, Yayo Herrero, Alberto Garzón, Miguel Urbán, Mònica Oltra y Gerardo Pisarello fueron algunos de los que participaron en estas jornadas, cuyos ejes de debate se centraron en temas como la deuda, el feminismo, la crisis ambiental, el freno a la xenofobia, los tratados de libre comercio (como el TTIP), la profundización democrática y los derechos sociales y laborales de los trabajadores. En torno a estos temas quieren vertebrar una nueva Europa que ofrezca un mayor bienestar a sus ciudadanos.
En la conferencia de apertura que ofreció Yanis Varoufakis llamó a crear «una amplia coalición de demócratas radicales con los verdes, socialdemócratas, liberales, conservadores moderados», para así traer de vuelta la democracia a Europa. Con esto quiso decir que este movimiento pretende reunir a todos los europeos que entiendan que los tratados de la Unión no están escritos para la mayoría ciudadana, sino para la minoría oligárquica.
Por ahora, el calendario consta de una movilización europea el 28 de mayo y la organización de otras jornadas los días 3 y 4 de junio en Berlín.