Tanai Smith, una joven de Baltimore (EE.UU.) ha estado a punto de perder la vida por algo tan cotidiano como ponerse un DIU. Además, este hecho también le ha provocado secuelas permanentes, como perder todos los dedos del pie después de que comenzase a pudrirse.
El problema llegó tras el nacimiento de su tercer hijo. Ella pidió a los médicos que atendieron el parto una solución para no volver a tener una nueva criatura. Fue entonces cuando le propusieron un método reconocido, fiable y conocido por todos: un DIU.
Tanai continuó con su vida normal durante los tres años siguientes, sin manifestar ningún tipo problema. Ella misma aseguró que, incluso, había dejado de tener conocimiento de que el artefacto se encontraba allí.
Sin embargo, todo comenzó al tercer año. La joven comenzó a sentir un fuerte dolor en su estómago. No tenía ninguna explicación aparente, pero se trataba de un incómodo pinchazo que no había sentido anteriormente.
Por ello, decidió acudir al médico para que le hicieran varias pruebas y solucionar este problema. Allí, el médico le confirmó lo que ella había comenzado a sospechar con el paso de los días: el causante de las molestias era el DIU.
"El DIU estaba ahí, pero había sido empujado hacia el área pélvica, por lo que tenía que someterme a una cirugía", relató la mujer ante los medios, en una historia que ha provocado conmoción como consecuencia de la popularidad de estas técnicas.
El DIU se había roto en varias piezas
Tras localizar el foco del dolor, los médicos continuaron con las pruebas y procedieron a extirpar el artefacto. Sin embargo, parte del dispositivo se había roto y se había distribuido por su organismo. Por ejemplo, uno de estos trozos llegó hasta el hígado, poniendo en serio riesgo su vida. Aunque lo peor estaba por llegar.
Días más tarde, la joven sufrió un repentino shock séptico. Sus pies comenzaron a perder el flujo de sangre, por lo que comenzaron a oscurecerse. Parte de su cuerpo comenzaba a pudrirse y su vida corría peligro: sus riñones fallaron y finalmente tuvieron que conectarla a un respirador para que se mantuviese con vida.
Los médicos decidieron amputar los dedos de los pies para evitar que el problema se extendiera al resto del cuerpo. Los médicos, a pesar de que se temían lo peor, siguieron con los tratamientos. Tanai, con resistencia, finalmente consiguió salvar su vida.
Tras vivir esta experiencia tan traumática, la joven ha decidido contar todo lo que ha sucedido ante los medios. Quiere evitar que nadie opte por esta técnica y ayudar al resto para que no pongan en riesgo sus vidas.