La Fiscalía de Madrid solicita seis meses de prisión para Ángel Hernández, el hombre detenido el 3 de abril de 2019 por ayudar a morir a su esposa, enferma de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), al considerar que incurrió en un delito de cooperación al suicidio.
En su escrito de acusación, el Ministerio Público subraya que María José Carrasco expresó a su marido de forma "constante" su deseo de acabar con su vida por los "intensos" dolores "más allá de lo que podía soportar" debido a la "enfermedad crónica, degenerativa e incurable" que padecía.
No obstante, la Fiscalía ha anunciado que apoyará el indulto que pueda solicitarse en caso de condena. "Para el supuesto de que se dictase sentencia condenatoria y se tramitase expediente de indulto, el Ministerio Fiscal, atendidas las circunstancias concurrente en el presente caso, emitirá informe favorable", aclara.
El calvario de Carrasco y Hernández
María José Carrasco fue diagnosticada de ELA en 1989, siete años después de que iniciara su relación con Ángel Hernández. En 1994, debido al avance de la enfermedad, le fue reconocido un grado de discapacidad del 82% y en 1996 le concedieron la invalidez. Desde ese momento, la dependencia de la mujer fue total, lo que llevó al hombre a a acogerse a una excelencia laboral desde 1999 para dedicarse en exclusiva al cuidado de Carrasco.
La mujer sufrió un deterioro físico progresivo a consecuencia de la enfermedad aunque mantuvo siempre "integras" sus capacidades cognitivas, sostiene el Ministerio Público. Hernández inició entonces una lucha solicitando a las administraciones públicas ayudas para el cuidado y el tratamiento de la enfermedad de su mujer. Y aunque le reconocieron la dependencia y el derecho al Servicio de Atención Residencial, lo cierto es que nunca se le llegó a prestar ningún servicio y fue su esposo el que tuvo que "asumir él solo todas las responsabilidades del cuidado", destaca el fiscal. Ello le generó "un profundo sentimiento de desamparo y abandonó", afirma.
Fue a partir de 2014 cuando Carrasco, "en pleno uso de sus "facultades intelectivas y consciente por ello de las consecuencias" exteriorizó tanto a su marido como a otras personas su deseo de acabar con su vida. "Aun a pesar del avance de la enfermedad", añade la Fiscalía, "el nulo apoyo de las administraciones y la firme voluntad de María José de poner fin a su vida, Ángel Hernández intentaba disuadirla o cuanto menos retrasar el momento".
En 2018, cuando la mujer "aún podía usar sus manos", compró a través de Internet un frasco de 100 mililitros de pentobarbital sódico que guardaron en su domicilio. La situación de María José Carrasco siguió empeorando sufriendo intensos dolores y pasando por varios ingresos hospitalarios en cuidados paliativos. Ella siguió reiterando su deseo de morir dignamente. "Hizo un testamento de últimas voluntades y manifestó de forma expresa que rechazaba su alimentación por vía artificial (sonda nasogástrica o gastrostomía percutánea)", apunta el escrito de acusación.
Ante esta situación, Ángel Hernández "incapaz ver poder seguir viendo sufrir a María José, desamparado por la falta de ayudas institucionales y por las peticiones continuadas, serias, expresas e inequívocas de esta, decidió finalmente ayudar a María José a poner fin a su vida".
"Consciente de que nadie más iba a ayudar a su mujer en el proceso de ingesta del pentobarbital sódico y que ella, por su estado, no podía hacerlo sola", consensuó con aquella la forma en que la ayudaría a morir, relata el escrito de la Fiscalía. Además, grabaron todo el proceso para que quedara demostrado que se estaba cumpliendo la voluntad de la mujer.
En la mañana del día 3 de abril del 2019, "estando solos en su domicilio, Ángel, con la intención de cumplir el deseo de María José, que estaba inmovilizada en su cama, vertió el pentobarbital sódico que tenían en un vaso con una pajita y se lo acercó a la boca, siendo Carrasco la que lo ingirió con la pajita. A los 10 minutos el pentobarbital sódico provocó la muerte de María José por una intoxicación aguda que provocó una depresión respiratoria y neurológica en ella". Acto seguido, Hernández llamó a emergencias para contar lo que había ocurrido y esperó en el domicilio a la llegada de una dotación Cuerpo Nacional de Policía.