Lo siento, el balconing no puede ser deporte olímpico en las próximas Olimpiadas de Tokio 2020. Por el simple hecho de que todos los países en el mundo parten con una gran desventaja respecto a los británicos. No hay igualdad de condiciones y por eso no hay que firmar la petición de Change.org. Que hagan salto de trampolín como todo buen hijo de vecino. No hay que regalar medallas de oro así como así.
Si eres de lo que piensas que este deporte practicado mayoritariamente por británicos borrachos -en gran parte-, y sin conocimiento -todos- merece la pena entrar en los próximos Juegos Olímpicos ya puedes firmar la petición de Change.org: 'Que el 'balconing' sea en deporte olímpico en Tokio 2020'. La verdad, sería curioso verlos desfilar por el anillo olímpico; aunque, no parece que el COI acepte un deporte de tal riesgo.
"Pedimos al Comité Olímpico Internacional que incluya el 'balconing' como deporte olímpico en los próximos Juegos de Tokio 2020, donde los espectadores nipones podrán deleitarse con las cabriolas, parálisis permanentes y decesos prematuros de los saltadores británicos, pioneros y verdaderos ases de este deporte", dice en la solicitud de Change.org creada por el usuario Todas Poderosas. Desde la página Balconing Mallorca ya han empezado con el recuento de la temporada 2019.
Práctica ilegal y muy peligrosa
Más allá del humor negro que procesa esta solicitud desde Change.org, hay que explicar que el balconing es una práctica prohibida que provoca muchas muertes y accidentes muy graves entre los jóvenes que lo practican cada año. Según, el doctor Segura-Sampedro a El Mundo, la media edad de las víctimas por balconing es de 24 años y que previamente habían consumido alcohol en un 95%.
En 2018 hubo un repunte de víctimas mortales por balconing como apunta El País. Sin embargo, es clave la colaboración entre hoteleros, autoridades locales y los países de origen para prevenir y concienciar de los peligros de esta práctica. Se intenta a través de campañas de concienciación o multas de hasta 6.000 euros. Magaluf se considera el epicentro de esta práctica que se lleva decenas de vidas a lo largo del año.