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Las personas con depresión tienen una red del cerebro dos veces mayor que las sanas

Un sistema de neuroimagen también identifica cambios en las conexiones de esa red asociadas a la ansiedad o la falta de deseo.

Las personas con depresión tienen una red del cerebro dos veces mayor que las sanas

Aunque hay una serie de síntomas que permiten identificar la depresión, como la falta de energía o la pérdida de interés por la vida, no se sabe bien qué sucede en el cerebro cuando alguien se deprime.

Pese a la aparición de técnicas como la resonancia magnética funcional (fMRI), que mide cambios en el flujo sanguíneo del febrero y los relaciona con distintas funciones, no se han encontrado fierencias importantes en la estructura o en las conexiones de este órgano entre personas sanas y deprimidas.

Si se pudiese identificar los rasgos propios de las personas enfermas, se razona, sería posible entender mejor qué produce la enfermedad y cómo curarla.

Hoy, la revista Nature publica el trabajo de un equipo internacional de científicos liderado por Charles Lynch y Conor Liston, de la Universidad Cornell (EEUU), en el que identifican una serie de regiones del cerebro que tienen casi el doble de tamaño en las personas con depresión.

Estas regiones se agrupan en lo que s reconoce como red de silencia frontoestriatal, que conecta áreas más superficiales del cerebro, como la corteza prefrontal, que necesitamos para razonar, con regiones que se encuentran debajo y son fundamentales para la regulación del estado de ánimo o para procesar la información que recogen nuestros sentidos.

En conjunto, esta red desempeña un papel crucial identificando y procesando estímulos relevantes (los que son salientes), como el olor de una comida que nos gusta o los indicios de una situación peligrosa, y está implicada en la regulación del comportamiento orientado a objetivos, la toma de decisiones y la adaptación a cambios en el entorno.

Comparaciones previas sin diferencias importantes

Hasta ahora, los estudios con fMRI habían hecho comparaciones entre grupos de personas deprimidas y sanas, haciendo medias entre ellas, y no se habían encontrado diferencias importantes entre unos y otros.

El equipo de Lynch y Liston obtuvo su novedoso resultado gracias a una técnica innovadora, de mapeo funcional de precisión, con la que observó a pocos pacientes durante muchas sesiones espaciadas, para poder reconstruir lo que sucede a nivel cerebral durante las épocas buenas y malas de alguien con depresión.

"Los estudios tradicionales miran en dos instantes y no te dan una perspectiva total de lo que está pasando. En este estudio se mira en pocos sujetos y se caracteriza muy bien la evolución a lo largo del tiempo", explica Cesar Caballero-Gaudes, investigador del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje, en San Sebastián.

Su equipo proporcionó medidas de la misma calidad y tomadas con el mismo método de personas sanas con las que el grupo de Cornell puedo comparar a sus personas deprimidas.

Red de saliencia como papel crucial

Con dicho seguimiento, los científicos buscaban averiguar sin el tamaño de la red era distinto cuando la persona estaba bien y cuando estaba baja de ánimo.

De esta manera, descubrieron que no cambia y que tampoco se puede oficiar con tratamientos antidepresivos. En todos los casos, el tamaño de la red permaneció estable.

Se ha visto que el tamaño, la forma o la ubicación de las redes funcionales del cerebro está controlada, en parte, por la genética, pero también por nuestras experiencias o por la influencia ambiental.

El hecho de que la expansión de la red de saliencia esté presente desde etapas tempranas del desarrollo cerebral y varios años antes de los primeros síntomas de depresión sugiere una fuerte base genética, aunque este hallazgo no descarta la posible contribución de factores de estrés o experiencias en la vida temprana.

Aunque el tamaño de la red no variaba con los síntomas de la depresión, un análisis más profundo de algunos pacientes, a los que se observó durante un año y medio, en algún caso con hasta 62 resonancias, permitió ver que sí había cambios funcionales entre los nodos de la red que se podían relacionar con la pérdida de deseo o la ansiedad.

Esto, según los autores, sugiere que la red de saliencia juega un papel crucial en la depresión, no tanto por cambios estructurales, sino por cómo sus nodos se comunican durante diferentes estados emocionales.

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