La relación entre la prensa y el poder político suele ser siempre bastante tensa, siempre y cuando la prensa esté haciendo bien su labor. El trabajo de los periodistas es contar la verdad a los ciudadanos, únicamente estos deben pedirles explicaciones de aquello que escriben. Pero en ocasiones, esta verdad suele resultar incómoda al que se encuentra en el poder, que preferiría poder acallarla. Históricamente siempre ha sido así, y una buena prueba de ello es el ejemplo que han señalado en la última tribuna de The New York Times, criticando directamente la actitud del Gobierno de Trump ante la prensa.
Como bien comentan, Thomas Jefferson escribió a un amigo en el año 1787 lo siguiente: "Si me quedara por decidir si debíamos tener un gobierno sin periódicos o sin un gobierno, no dudaría un momento en preferir el último". Pero veinte años después, cuando la prensa estuvo supervisando su trabajo con todo lujo de detalles, escribió algo totalmente diferente: "ahora no se puede creer nada que se vea en un periódico. La verdad misma se vuelve sospechosa al ser metida en ese vehículo contaminado".
No hay mejor forma de ejemplificar lo que aquel que ostenta el poder siente ante la prensa. Porque la buena prensa, esa que se enseña en la Universidad, es la que hostiga sin descanso al de arriba para que dé explicaciones de lo que hace al de abajo. El resto no debería considerarse prensa como tal, sino propaganda encubierta; y aunque esto, dicho así, parezca muy sencillo, no lo es. Porque discernir entre la prensa y la propaganda sigue siendo materia de estudio de expertos de la Comunicación y el Periodismo a día de hoy debido a su dificultad.
The New York Times busca, con esa tribuna que hemos mencionado, hablar de la situación en la que se encuentra la prensa actualmente en Estados Unidos. Una situación muy complicada debido a la inmensa cantidad de críticas que están sufriendo, muchas de ellas por parte de los funcionarios del Gobierno. "Criticar a los mdios de comunicación por minimizar o exagerar las historias, por hacer algo mal, es totalmente correcto. Los periodistas y editores de noticias son humanos y cometen errores. Corregirlos es esencial para nuestro trabajo. Pero insistir en que las verdades que no te gustan son 'noticias falsas' es peligoros para la sangre de la democracia. Y llamar a los periodistas el 'enemigo del pueblo' es peligroso, punto", explican.
Sin periodismo no hay democracia
The Boston Globe fue el primero en hacer un llamamiento a la prensa estadounidense para reivindicar la posición que esta merece; los grandes diarios y los pequeños semanarios, todos, han ido uniéndose para recordar a los lectores que la prensa libre debe ser una prioridad absoluta para todos ellos.
Aunque en esta ocasión sea la prensa estadounidense la que está señalando el peligro de dejar morir el periodismo libre, en nuestro país no estamos libres. La FAPE lanzó hace algunos años un manifiesto en Defensa del Periodismo (podéis leerlo aquí completo) donde explicaba con todo lujo de detalles hasta qué nivel es importante que el Periodismo continúe siendo libre, que la prensa no esté bajo el control único de los partidos políticos, y que la precariedad laboral no sofoque de esta forma a los profesionales. Como bien explicaron, "dejar morir el periodismo es dejar morir la democracia, porque los medios contribuyen a su sostenimiento promoviendo el debate cívico, el intercambio de ideas y actuando como contrapoder a fin de evitar los abusos".