Malasia ha vuelto a demostrar por qué es uno de los países más retrasados en materia de derechos LGTBIQ+. El periódico más leído del país asiático, el Sinar Harian, publicó la semana pasada un artículo de un clérigo que alertaba sobre el aumento de la homosexualidad en el territorio. Junto a ello, el diario elaboró una guía sobre cómo "identificar comportamientos homosexuales".
El listado incluye consejos para descubrir tanto a gays como a lesbianas. En cuanto a los primeros, "llevar ropa ceñida y de marca para enseñar tu 'six pack'". En relación con esto, el periódico reflexiona sobre el gusto de los gays por el gimnasio, "pero no para hacer ejercicio, sino para mirar a los demás". Llevar barba también indica una tendencia homosexual según el Sinar Harian, que termina su peculiar lista analizando "cómo se les ilumina la mirada" cuando ven a otros chicos guapos.
Vayamos con las mujeres. Las lesbianas no se libran de los estereotipos. ¿Qué destaca el diario de ellas ante todo? Su odio a los hombres. La primera en la frente. Pero no se queda ahí la cosa. Para esta gente, darse la mano o abrazarse son otras señales inequívocas de lesbianismo.
Un largo historial de precedentes homófobos
Este artículo no refleja más que la profunda homofobia que existe en el país, de mayoría musulmana, y donde la homosexualidad está penada y considerada como sodomía, con condenas que pueden alcanzar los 20 años de prisión. En 2015, el primer ministro, Najib Razak, llegó a comparar a la comunidad LGTBIQ+ con el Estado Islámico.
En 2017, el Gobierno malayo apoyó públicamente las terapias de conversión promovidas por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, una institución oficial que cuenta con el respaldo de los principales sectores políticos del país. Dicho departamento asegura en un vídeo que volver a ser hetero es como aprender a montar a caballo, ya que ambas prácticas necesitan "una amplia formación y orientación".
El propio Gobierno, desde su Ministerio de Sanidad, impulsó hace unos meses un concurso en el que se premiaba con 1.000 dólares al vídeo que mejor explicara la cuestión de la "confusión de géneros" para "prevenir la homosexualidad, controlarla y obtener ayuda". Ante el revuelo generado, finalmente se suprimió el concurso.