Lo que debía ser una carga rutinaria se convirtió en una experiencia absurda y frustrante para un pensionista francés, que tras pasar unos días de vacaciones en España recibió una factura que superaba con creces cualquier previsión razonable.
El importe ascendía a 1.195 euros, de los cuales 925 figuraban como "gastos de conexión". El origen de este cobro insólito se remonta a una estación de servicio de Madrid, donde el afectado realizó una parada para cargar su coche eléctrico.
Doble facturación
En un primer momento, el usuario recibió un cargo de 71,77 euros por una recarga de 18,88 kWh el 25 de diciembre. Aunque elevado, el coste no despertó demasiadas sospechas. Sin embargo, días más tarde llegó una segunda factura mucho más difícil de justificar: 1.124 euros por una supuesta carga de apenas 10 kWh, con el argumento de que el coche estuvo conectado durante doce días consecutivos. Algo que el usuario pudo negar fácilmente, ya que durante ese periodo ya había regresado a Francia.
Al intentar solucionar la situación, se topó con un muro. Contactó con la empresa responsable de la infraestructura a través de todos los canales posibles: correos electrónicos, cartas y llamadas.
Caso de los tribunales franceses
Tras semanas sin respuesta clara, logró hablar con un agente que, aunque admitió que el cargo era "anómalo", aseguró que no podían hacer nada al respecto. Sin solución ni compensación, el afectado ha optado por acudir a los tribunales franceses y, si es necesario, llevar el caso ante organismos europeos.

El pensionista ha dado por cerrada su relación con la empresa: canceló su cuenta y ha instalado un sistema de recarga doméstico vinculado a paneles solares. Su decisión responde no solo al coste económico del incidente, sino al malestar que le provocó la falta de atención y transparencia.
Este caso revela uno de los grandes desafíos del sector: mientras las matriculaciones de vehículos eléctricos no dejan de crecer (más de 1,7 millones solo en marzo de 2025, según los datos globales), la infraestructura y la gestión del servicio todavía presentan graves carencias. Sin mecanismos eficaces de control y atención, errores como este pueden herir la confianza de los usuarios en un modelo que, por lo demás, parece imparable.