El padrastro del pequeño Gabriel Fernández ha sido condenado a pena de muerte por haber maltratado y asesinado a su hijastro. La madre del niño ha sido condenada a cadena perpetua no revisable. Se trata de uno de los casos más escalofriantes de maltrato infantil sucedidos en el estado de California (Estados Unidos).
El caso se ha cerrado después de que en 2013 Isauro Aguirrematase a Gabriel, que tenía ocho años, de una paliza. Fue el propio asesino quien llamó a los servicios de emergencias alertándoles de que su hijastro no respiraba. Una vez llegaron, vieron que el niño presentaba moratones, señales de ataduras en los tobillos yquemaduras de cigarrillo, además tenía el cráneo fracturado, variascostillas rotas y magulladuras por todo el cuerpo. El padrastro confesó que esas heridas se las había hecho él, mientras que la madre, Pearl Fernández, admitió que era testigo de todas las palizas que este propinaba a su hijo. Gabriel moría dos días después en el hospital.
El pasado mes de noviembre de 2017 Aguirre se declaró no culpable de los hechos que se le acusaban, pero el jurado le sentenció como culpable de homicidio en primer grado, pero un mes después cambiaron de parecer y recomendaron que fuese sentenciado a pena de muerte. El juez ha ratificado la propuesta y el asesino del pequeño Gabriel Fernández esperará su ejecución en la prisión de San Quintín, sin embargo, en California no se realiza ninguna ejecución desde 2006 a pesar de que 700 personas se viven en el corredor de la muerte. Por su parte, la madre de Gabriel se declaró culpable de homicidio en primer grado, pacto que realizó con la fiscalía para evitar la pena de muerte.
Los servicios sociales no actuaron
Durante el juicio una de las personas que declaró fue Jennifer García, profesora de Gabriel, quien alertó a los servicios sociales de que el niño acudía a clase con signos de violencia física. "Sus asesinos no tendrán paz, como él. Tendrán una vida llena de sufrimiento. No soy la única que desea qe sufran tanto como él", aseguró la maestra ante la sala. Y es que este caso podía haberse evitado si las autoridades administrativas, que estaban alertadas, hubiesen actuado para salvar a Gabriel de la vida que le hacían vivir su madre y su padrasto. Por este motivo cuatro trabajadores sociales serán juzgados por negligencia, ya que no actuaron a pesar de las advertencias y de que abrieron seis expedientes de malos tratos. Tampoco hicieron nada dos agentes de la policía que acudieron en una ocasión a la casa. Ahora se encuentran suspendidos.
Gabriel fue sometido por su madre y por su padrastro porque pensaban que el pequeño era gay. El hermano del pequeño también declaró en el juicio y ratificó que Aguirre obligaba a Gabriel a dormir en un armario dentro de una caja, atado y con un calcetín metido en la boca. No le daba de comer sino que le hacía ingerir heces de gato y sus propios vómitos. Le golpeaba, le daba patadas y disparaba perdigones. Los insultos eran continuos.
El propio juez que instruye el caso quiso expresar su parecer y explicó que las torturas que sufría Gabriel no las habrían hecho ni los animales "porque los animales cuidan de sus hijos". Antes de pronunciar la condena se dirigió a los acusados y les aseguró que lo único que esperaba era que se despertasen en medio de la noche y pensasen en las heridas que causaron al pequeño. "Lo deseo de verdad. Será otro tipo de tortura", concluyó el magistrado.