Durante largas horas, el secuestro del pequeño Aimar, un bebé recién nacido en Basurto (Bilbao), mantuvo en vil a toda España. Una mujer disfrazada de enfermera entró al hospital y se lo llevó diciéndole a los padres que le iban a hacer unas pruebas médicas.
No fue hasta la mañana siguiente que apareció en el felpudo de una vecina del octavo piso del portal número 26 de la calle Santutxu. El pequeño fue atendido por los servicios de emergencia, que dictaminaron que se encontraba en perfectas condiciones. Por su parte, la secuestradora fue detenida.
Por el momento la mujer ha quedado en libertad provisional con cargos después de que la jueza no apreciase riesgo de fuga ni de destrucción de pruebas porque la Ertzaintza se las ha llevado todas de su casa, ni de reiteración delictiva porque su mentira, la del embarazo fingido, ha quedado al descubierta.
La decisión de la magistrada no ha gustado a la Fiscalía, que pedirá su ingreso en prisión preventiva; ni a la acusación particular, es decir, los padres de Aimar, que quieren una orden de alejamiento; ni a la familia de la joven de 24 años que va a pedir su ingreso en un centro psiquiátrico.
Detención ilegal
Por delante, eso sí, tiene un juicio que podría condenarla a una pena de entre cuatro y seis años de cárcel, según el Código Penal. Este establece que en el caso del delito de detención ilegal, "si el culpable diera libertad al encerrado o detenido dentro de los tres primeros días de su detención, sin haber logrado el objeto que se había propuesto, se impondrá la pena inferior en grado", es decir, dos años.
En cambio, el Código Penal recoge en el artículo 165 que "si la detención ilegal o secuestro se ha ejecutado con simulación de autoridad o función pública, o la víctima fuere menor de edad" la pena será máxima, seis años. En este caso, se dan las dos circunstancias.