Solemos decir que el Festival de Eurovisión dura todo el año, y no mentimos. Una vez una sede echa el telón a la edición, el país ganador ya comienza a ponerse manos a la obra para poder albergar el mayor evento musical del mundo. Este año, luego de la victoria de Netta Barzilaiy su 'Toy', el festival volvería a tierras israelitas, un país que ya albergara el festival en dos ocasiones, en los años 1979 y 1999.
Organizar un festival como Eurovisión no es nada fácil, y siempre terminan saliendo dudas. En esta ocasión, si bien tanto el mundo eurofan como la Unión Europea de Radiodifusión saben de la potencia de Israel para albergar un evento tal, la situación política y el conflicto con Palestina han generado más de un problema tan solo tres semanas después de que Netta levantara el micrófono de cristal.
¿No será posible celebrar Eurovisión en Israel? No creemos eso. Y por ello te enumeramos los motivos del conflicto y echamos la vista atrás para ver como esto de dudar de una sede es algo que siempre ha ocurrido en la historia del eurofestival.
Un festival 'en tierra santa'
Nada más conocer la victoria de Israel, todos teníamos la misma duda en la cabeza: ¿Jerusalén o Tel Aviv? Si bien ambas ciudades disponen de recintos de calidad para albergar el festival, el conflicto entre Israel y Palestina y la lucha por la franja de Gaza dificultaba la celebración del festival en Jerusalén, ya no tanto por infraestructuras o seguridad como sí por la extrema politización de un evento que vela por la música principalmente.
Nada más ganar Netta, sería el propio Benjamin Nettanyahu, primer ministro israelí, el que confirmara que el festival tendría sede en Jerusalén, disponiendo tanto del País Arena, con capacidad para más de 15.000 espectadores, como del Centro Internacional de Convenciones, emplazamiento que ya fuera sede en 1999 con capacidad para 10.000 personas.
Luego de bailar el baile del pollo con la vencedora, desde ese momento comenzaban a aparecer problemas por la selección de la sede, llegando incluso a acudir emisarios de la UER a hablar con el gobierno israelí para encontrar una sede de consenso, así como una fecha, ya que en boca de entidades como el viceministro de Sanidad israelí, Eurovisión no podría violar el shabat judío, día de descanso que ocupa el sábado de sol a sol. ¿Eurovisión un domingo? ¿Y dónde? Estos no eran los únicos problemas.
Países que se niegan
Eurovisión es la perfecta mezcla de política, música y televisión, y en casos de conflictos internacionales se nota y mucho. Si ya en 2016 el festival se llegó a celebrar en Kiev con más de una queja internacional y con la marcha de Rusia por motivos geoestratégicos contra Ucrania, para Israel 2019ya se postulan algunos países contrarios a actuar en territorio hebreo.
El primero en aparecer en escena era la RTÉ irlandesa, la que se veía presionada por Micheal Mac Donncha, alcalde de Dublín, para no participar en el festival por solidaridad con Palestina. Días después se recogían más de 25.000 firmas en Islandia (un país de unos 350.000 habitantes) para no participar, al mismo tiempo que partidos de izquierda en Reino Unido y Suecia apelaban a las televisiones para no hacer acto de presencia en Jerusalén.
¿Esto significa que estos países se borran de Eurovisión? No. Más que nada porque aún no se ha emitido palabra alguna en boca de las televisiones encargadasen cada país, las que si bien están siendo presionadas, aún no han anunciado nada en claro. ¿Qué esperamos? Que las aguas finalmente se acabarán calmando.
Invitados especiales
Otra de las grandes noticias asociadas a Eurovisión e Israel venía con unas declaraciones del Ministro de Comunicación del país hebreo, Ayoub Kara, el que abría la posibilidad de que siendo en Jerusalén el festival pudieran acudir países aliados de la zona como Arabia Saudí, Túnez o Emiratos Árabes Unidos.
Este hecho, según la UER, es radicalmente imposible a salvedad de Túnez. Y es que el país tunecino sí es miembro activo de la UER, lo que le permitiría aparecer por el festival. El resto, no es más que una quimera fruto de unas declaraciones desafortunadas de un ministro con vago conocimiento y una televisión, la KAN israelita, que apenas lleva un año a cargo del festival, y se le ve de momento con alguna que otra laguna en el funcionamiento del mismo.
A su vez, ser miembro asociado de la Unión Europea de Radiodifusión no implica que participar en Eurovisión sea una obligación. Por poner ejemplos, Marruecos o Estados Unidos lo son, habiendo participado los africanos una sola vez y los americanos ninguna, ni se lo plantean (la emisión americana del festival apenas la siguieron unos 70.000 espectadores).
Antecedentes que invitan al optimismo
Esto de dudar de una sede para albergar Eurovisión es algo clásico. Sin ir más lejos, la UER ya tuvo que lidiar hace dos años con un festival en Kiev, a kilómetros escasos de la región de Crimea, en ese momento con maniobras rusas en el territorio.
Si bien la organización del festival tiende a plegarse a la legislación vigente del país (por esta razón por ejemplo Julia Samoylova no actuó en Kiev), lo cierto es que entrar en aspectos de nuevos invitados al festival o fechas no es cosa de un gobierno organizador por completo.
Los rumores incluso hablan de que la UER podría haber dado un toque a Chipre y Austria (segundos y terceros en Lisboa) para ir pensando en organizarlo, al mismo tiempo que la propia televisión portuguesa se ha ofrecido para repetir el año que viene en Lisboa. Pese a todo, lo cierto es que sería muy extraño que el festival no fuera en Israel.
Estando la posibilidad de que Tel Aviv sea sede, el mal mayor sería una negativa a Jerusalén como sede, algo que solo llegaría tras un boicot masivo de naciones al festival. La propia organización de Eurovisión ya ha avisado de que "el festival no se va a organizar en Jerusalén si los países se niegan a participar", pero incluso la negativa a participar es algo más que complicado.
Con delegaciones ya trabajando, solo queda esperar a la oficialidad de la UER. El año pasado hasta el 25 de julio no se confimó que Lisboa sería sede, por lo que las fechas oscilarán sobre el mismo mes. Aún no es tiempo de pensar en vuelos, habitaciones de hotel o entradas, aunque algo nos dice que Jerusalén terminará siendo sede del festival.