La final del Festival de Eurovisión no se reduce a las 26 canciones y las emocionantes votaciones. Como en cualquier evento, hace falta un descanso donde liberar tensiones, poder comer algo y por qué no decirlo, ir al baño.
Anualmente, cada país organizador busca plasmar en los descansos tanto de las semifinales como de la final la cultura autóctona, promocionar a artistas de la zona, y volver a llevar al festival al ganador del año anterior, que aprovecha los focos para presentar generalmente nuevo single. Sin embargo, no siempre ha sido así.
Sin ir más lejos, el festival visitaba Estocolmo en 2016 y, sin tener orígenes precisamemte escandinavos, Justin Timberlake se encargaba del show del descanso, aprovechando el evento para presentar su ya celebérrimo 'Can't Stop The Feeling'. Debido a la cercanía de compositores suecos al tema y al haberlo trabajado en tierras escandinavas, el americano hizo un show más propio de la Superbowl que de Eurovisión, el que generaba tantos adeptos como detractores.
Pues bien, tres años después, Israel parece dispuesta a hacer algo parecido convenciendo a Madonna para que se encargue del 'interval act' de la final de Tel Aviv. Desechando con ello a ganadoras anteriores de la talla de Netta o Dana International, o apostar por artistas europeos, la KAN parece convencida a traer a la diva del pop, la que a bien seguro ofrecería un espectáculo de quilates para quitar un poco de tensión a la final del festival.
Un millonario pone el dinero
Detrás de esta idea tan glamourosa está Sylvan Adams, uno de los mayores magnates israelíes, que lleva tiempo ya queriendo traer grandes eventos a tierras judías. De hecho, sin ir más lejos, el año pasado consiguió que el Giro de Italia partiera de Israel. Este año, su objetivo es Madonna.
A sabiendas de que el caché de la americana es de un millón de euros, desde el conglomerado empresarial de Adams se reconoce que las "negociaciones van a buen ritmo", por lo que en próximos días podríamos tener confirmación oficial acerca de la actuación.
La llegada de Madonna se une a otros gestos de la KAN (televisión israelí encargada del evento) y del propio gobierno hebreo por darle un toque de caché al festival en sus tierras, tales como el propio presupuesto, un peldaño por encima del de Lisboa, o convencer a la top model Bar Refaeli para presentar el certamen.
Te guste o no Madonna, el gesto es una medida estupenda para que se hable de Eurovisión sí o sí en territorios donde no tenga tanto éxito, así como abrir un poco más el camino al interés del mercado americano. Sin duda, desde una perspectiva de negocios, es una idea magnífica. Solo quedará comprobar c´omo pueda quedar en el evento si llega a cerrarse el acuerdo, y conocer los entresijos de una final de Eurovisión que se espera que sea todo ostentación.