Los virajes de Pedro Sánchez en torno al debate electoral de cara a las elecciones del 28 de abril han abierto un cisma en el PSOE. Los socialistas encaran una crisis estratégica en pleno 'sprint' electoral y a tan sólo una semana de las elecciones del 28 de abril, con un nivel de incertidumbre máximo a pesar de la victoria socialdemócrata que auguran todas las encuestas.
Si la estrategia de Pedro Sánchez se basaba en cometer el mínimo número de errores en campaña (y hasta el momento lo había hecho), el 'debategate' supone un error mayúsculo y, precisamente, en el peor momento.
Porque el presidente del Gobierno partía de la mejor posición. La batalla encarnizada en la derecha y la baja exposición mediática del líder, en toda una postura marianista, eran valor seguro, como diría Pablo Casado. En Ferraz querían que las elecciones pasaran cuanto antes y ahora pueden arrepentirse por no haber adelantado los comicios a la efeméride republicana del 18 de abril. Por ello querían evitar los debates. Pero, ahora, los movimientos no sirven de nada: Sánchez tendrá que encarar dos debates como se proponía antes de todos estos giros de timón aparentemente improvisados, que no han servido para nada.
¿Por qué este error, mayúsculo, puede pasar factura en un momento decisivo de cara a las elecciones del 28 de abril? ¿Hacia dónde va Pedro Sánchez? ¿En qué está fallando? Lo analizamos
1 Demasiadas contradicciones y sensación de 'oportunismo'
Los votantes suelen castigar las contradicciones entre el discurso político y las acciones; y así lo han mostrado en repetidas ocasiones a lo largo de la historia. Ahí tenemos la ola de privatizaciones y recortes sociales que ejecutó José Luis Rodríguez Zapatero durante los últimos años de su mandato y la reciente compra del chalé de Galapagar por parte del líder de Podemos, que dejó se soñar con el asalto de los cielos para ocupar la cuarta (e incluso quinta) posición en el Congreso según algunas encuestas.
Esto es precisamente lo que ocurre ahora con Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno criticó en repetidas ocasiones que Mariano Rajoy no acudiera a este tipo de citas y fue especialmente duro con la presencia de Soraya Sáenz de Santamaría en el debate de Atresmedia celebrado el 7 de diciembre de 2015.
El actual líder del Ejecutivo pedía entonces que su antecesor diera la cara ante los ciudadanos y ahora él lo evita. ¿Qué piensa realmente el líder socialista? Sin duda, esto pasa factura.
Pero aún hay más. Los ciudadanos no trataron con agrado que Rajoy se escondiera en el momento más importante, cuando todos debíamos decidir nuestro futuro. Esa postura tan 'marianista' se pudo interpretar también con un cariz 'oportunista' y esto, nuevamente, no suele ser de agrado de quien tiene que votarte. Pero nunca firmó un compromiso de acudir a los debates y paso de largo sobre estas cuestiones. De paso, no deberíamos olvidar que el votante conservador siempre suele ser más fiel a sus partidos que los progresistas, por lo que este cúmulo de circunstancias no son especialmente beneficiosas para el cabeza de Ferraz mientras que entonces no tenían demasiada importancia en Génova.
2 Regalo del argumentario para toda la oposición en plena recta final de campaña
Los virajes de Sánchez permiten que la oposición elabore todo un argumentario que emplear en los debates electorales y, sobre todo, en lo que queda de campaña electoral. Y esto daña especialmente a Sánchez, ya que toda la artillería que se emplee a partir de ahora no se va a agotar el 28 de abril por la cercanía de los comicios.
La estrategia del debate de La 1 encarado por Álvarez de Toledo, una de las grandes referentes en el PP actual, demostró que la oposición tenía dificil realizar un argumentario fresco en contra de un presidente que ha contado con baja exposición pública durante meses.
Ahora, sirve en bandeja un gesto que permite desglosar toda una serie de críticas y que no le ha reportado ningún tipo de beneficio, como ahora comentaremos. No podemos olvidar que el voto indeciso se sitúa en un altísimo 40%, por lo que todo lo que se haga ahora puede suponer una debacle, en el caso de que ese votante se sitúe frente a Sánchez.
Los vuelcos en los últimos días de campaña no son ninguna novedad. Lejos de la gravedad del asunto, el Partido Popular ya experimentó una situación similar en las elecciones de 2004, cuya victoria se daba por descontada y que finalmente terminó con el ostracismo en la oposición durante nada menos que ocho años.
3 Sensación de apropiación de las instituciones públicas
Uno de los motivos en los que Sánchez sustentó su moción de censura contra Mariano Rajoy se centró, especialmente, en las corruptelas del Partido Popular y la sensación de una especie de mancha sobre las instituciones públicas.
Ahora, el forzado cambio de fecha inicial pone los focos en las presiones de Moncloa sobre la Administradora Única de RTVE, Rosa María Mateo, lo que ha llevado a un desencuentro con los trabajadores del Ente y justificar las críticas de manipulación. Y esto, junto con las fallidas predicciones del CIS de Tezanos, provocan una sensación de excesivo control de las instituciones públicas que se realiza en tan solo ocho meses de Gobierno.
Volvemos a distanciar enormemente el uso de la policía política del PP y estos casos. Pero, sin duda, el uso de dos herramientas mediáticas pagadas con dinero de todos, desvirtúa ese mensaje de regeneración de las instituciones públicas sobre el que Sánchez quería centrar gran parte de su campaña.
4 Expone demasiado su estrategia electoral
Los movimientos de Sánchez y, sobre todo, algunas declaraciones como la del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que llegó a justificar la ausencia y presencia en los debates por cuestiones de "estrategia electoral", no son especialmente positivas.
Sin duda, los movimientos y las declaraciones vuelven a exponer demasiado la estrategia del PSOE y, como hemos comentado, brindan una imagen de 'oportunismo' y generan una imagen de incertidumbre que comentaremos en el siguiente punto. Cualquier postura y declaración que ahora se realice, llegan bajo la sombra de una hoja de ruta antes de una firme convicción de un voto ideologizado.
No hay que olvidar que Mariano Rajoy ejecutó una estrategia similar en el año 2015, pero no se expuso con tanta claridad de cara al electorado y ello evitó un desgaste electoral como el que quizás podría experimentar Pedro Sánchez.
5 Ofrece una imagen de incertidumbre: ¿Qué hay que ocultar?
La sombra de la sospecha sobre el asunto catalán que las tres derechas extienden constantemente es el centro de la campaña del bloque de la oposición. A pesar de que el independentismo hizo caer el Gobierno de Pedro Sánchez, los partidos conservadores juegan la baza de la moción de censura para dibujar una suerte de connivencia entre el sanchismo y los independentistas.
Un debate electoral podría haber servido para evidenciar que el presidente no ha realizado ninguna cesión a los soberanistas (Cayetana Álvarez de Toledo tuvo serias dificultades para explicarlas en el debate en que fue protagonista con dudoso éxito). Y contar que el PP y Ciudadanos pactaron con los soberanistas para tumbar los presupuestos y adelantar elecciones.
Ahora, los esfuerzos por desaparecer de estos encuentros transmiten esa sensación de que "hay algo que ocultar". Y eso daña las perspectivas, cuando el presidente podría haber aprovechado estas citas para explicar con claridad su oposición al independentismo y el apoyo incondicional que ofreció al PP durante la aplicación del artículo 155 en Cataluña.
6 La inseguridad del presidente
El presidente ha evidenciado una imagen de inseguridad de cara a los votantes, negativa de cara a las intenciones de influenciar en la vida de más de 47 millones de españoles durante los próximos cuatro años.
Estos bandazos agrientan la hegemonía interna y sobre todo minan la imagen de solidez de cara a un futuro Gobierno. La gente busca determinación a la hora de tomar decisiones y todos los bandazos ofrecen, precisamente, lo contrario.
A Sánchez le interesaba el debate: se ha metido en un lío innecesario
Hemos dibujado algunos de los puntos que podrían haber interesado al PSOE, pero vamos a hacer un resumen más exhaustivo sobre esta cuestión.
1 Un 'tiro por la culata' sin réditos
Debemos recalcarlo: a Pedro Sánchez le podría haber interesado los debates. Primero, porque ya había enviado a su ministro de Fomento al sorteo en el que se elige la posición de los candidatos en el plató de Atresmedia.
La ausencia de VOX se podría haber solventado mostrando el programa electoral de la formación verde y exhibiendo la foto de Colón sin dificultades. Ahora, Sánchez tiene que encarar los dos debates que se planteaban desde el principio, por lo que es evidente que ha perdido tiempo en elabvorar una estrategia clara y ha dañado su imagen.
Además, alguien en Ferraz debería haber pensado desde un primer momento si realmente los partidos de la oposición iban a seguir la estrategia de Sánchez e iban a desaprovechar la imagen de un atril vacío y al presidente -dado el caso- ofreciendo un mitin ante un plató vacío. Era evidente que el cambio de fecha estaba condenado al fracaso desde el primer minuto.
2 Evidenciar todo el espacio electoral que actualmente ocupa el PSOE
Ciudadanos no está ocultando su intención de reeditar el 'pacto a la andaluza', lo que aleja enormemente del centro a la formación de Albert Rivera. Con Podemos fuertemente debilitado, el PSOE tenía la oportunidad perfecta de mostrar el gran espacio electoral que ocupa y ofrecer la sensación de 'sensatez' que intenta transmitir en sus mitines.
Esta postura es clara. Una de las declaraciones de Sánchez en uno de sus encuentros con militantes lo demuestra: "¿Acaso alguien se estaba cuestionando hasta ahora el feminismo o el matrimonio igualitario?".
Las declaraciones de Cayetana Álvarez de Toledo y la postura de VOX se podría haber exhibido sin complejos y Sánchez, con estos virajes, parecía dispuesto a evitarlo a toda costa.
3 María Jesús Montero había demostrado que la estrategia funciona
La candidata a suceder a Susana Díaz, la ministra de Hacienda María Jesús Montero, ya había demostrado que el PSOE tiene una estrategia de éxito en los debates: no entrar en los ataques y proponer ideas.
Como hemos comentado, Pedro Sánchez podría haber aprovechado esta experiencia para combinar una estrategia de ataque por el centro y la verdadera confrontación de ideas, junto con acaparar la iniciativa a la hora de elaborar propuestas de Gobierno. En definitiva, ofrecer el papel institucional que se corresponde al único candidato con experiencia a la hora de liderar un Ejecutivo nacional.
4 Convertirse en el centro de los ataques no era negativo
En Ferraz también ha habido miedo en convertirse en el centro de la diana de cara a la oposición. Pero esto no es malo. Porque la derecha está polarizando excesivamente el debate en contra de Pedro Sánchez y la experiencia demuestra que se trata de un gran error.
El precedente más claro se encuentra en el Ayuntamiento de Madrid. En los comicios de 2015, Esperanza Aguirre se centró excesivamente el debate en contra de Manuela Carmena y no prestó ningún interés al resto de los candidatos. La entonces dirección de Génova le advirtió que esto era negativo: su papel movilizaba a la izquierda y centraba todo el voto contrario en Manuela Carmena. Finalmente, la candidata de Ahora Madrid desalojó al PP tras un cuarto de siglo con el bastón de mando.
Sánchez podía evidenciar ese papel institucional, ofrecer la ansiada imagen de las tres derechas y erigirse como el eje aglutinador de todo el voto contrario a PP, Ciudadanos y VOX evitando la fragmentación con Podemos que ha dañado sus pronósticos durante tanto tiempo.