John Harris, de 36 años, cumplía condena en la cárcel inglesa de Leyhill por diversos delitos de pederastia. Pero el pasado mes de octubre, Harris se escapó de la prisión sin ser visto por los agentes penitenciarios y se acercó a un colegio de primaria.
Una vez en el recinto, entró a una clase y le preguntó a la profesora: "¿Es ésta la recepción?". Después, el pedófilo puso su brazo alrededor del cuello de una niña y dijo: "Voy a llevarme a esta niña". "No lo creo", le contestó la profesora agarrándole por el brazo.
Otro trabajador del colegio trasladó a los niños a un lugar seguro, mientras la profesora llevaba a Harris a la recepción. Según testimonios, él la avisó de que debía llamar a la policía, a lo que ella respondió afirmativamente.
Tras dar la alarma por lo sucedido, el director del colegio cerró la escuela y apagó todas las luces. Los niños de todas las clases se refugiaron bajo sus pupitres mientras el delincuente estaba siendo escoltado a recepción.
La policía llegó poco después, sobre las 9:45 horas, y John Harris admitió que se había escapado de la prisión Leyhill de Gloucestershire. Una vez dentro del coche de policía, el pederasta les dijo: "tan sólo quería llevarme un niño".
El juez avisa del riesgo de que Harris reincida.
El preso volvió a la cárcel de donde todavía ni siquiera sabían que se había escapado. A la condena indefinida que ya cumplía, John Harris aumentó 11 años y seis meses por escapar de prisión, secuestro e incumplimiento de una orden de delitos sexuales.
El juez Michael Cullum avisa de que John Harris es "un hombre peligroso", "muy escalofriante" y tiene un enorme riesgo de reincidir: "Eres la peor pesadilla de cualquier padre. Los padres de la niña nunca olvidarán lo que ha pasado. Sólo espero que ella sí lo olvide. Pero sospecho que, teniendo ocho años, siempre lo recordará".
El Juzgado de lo Penal era conocedor de que John Harris ya había cometido un acto similar en un hospital para niños al grito de "Voy a llevarme a un niño".
Harris ya estaba cumpliendo una sentencia indefinida cuando le concedieron el traslado de Brixton a la cárcel de Leyhill, al contrario de lo que recomendaban sus psiquiatras. El Tribunal ha sido avisado de la poca vigilancia de la cárcel de Leyhill y de que el preso estaba siendo ignorado, dejando que su salud mental se deteriorara.
