Un pederasta de 36 años ha sido juzgado en Zaragoza por abusar sexualmente de dos niñas y contagiar a una de ellas con un herpes genital. El virus de esta enfermedad no cuenta con ninguna cura y los actuales tratamientos solo permiten controlar sus efectos y disminuir la intensidad y frecuencia de los brotes.
Por todo ello, la Fiscalía solicitaba para él una pena de 19 años de prisión, pero la Audiencia de Zaragoza ha reducido la condena a tan solo siete años porque considera que el pederasta no miente cuando afirma que desconocía que era portador de la enfermedad en el momento de obligar a las menores a mantener relaciones sexuales con él. Otra de las niñas padece alteraciones afectivas psicológicas como consecuencia del trauma que ha vivido durante los últimos meses.
Los hechos han conmocionado a toda la capital aragonesa, que aún no comprende qué falló para que este hombre pudiese terminar abusando de la hija de su pareja y la amiga de ésta sin que nadie se enterara ni pudiera evitarlo.
La defensa del acusado sostiene que él es inocente y que los abusos sexuales no existieron en ningún momento, pero el simple hecho de que tanto él como su víctima estén infectados por el virus del herpes genital ha sido completamente determinante para que la Audiencia haya establecido su condena.
Según indica la sentencia, queda probado que el condenado aprovechó los momentos en los que se quedaba a solas con las pequeñas, en los que no había ningún adulto presente, para someterlas a todo tipo de abusos sexuales, masturbarse ante ellas y mostrarles todo tipo de materiales pornográficos.
Con el fin de ocultar todo lo que estaba sucediendo, agasajaba a las menores con chucherías a cambio de que guardaran silencio. Sin embargo, todo se destapó en el momento en el que la menor a la que infectó empezó a quejarse de picores en la zona genital. La madre consultó con un especialista, y cuando la disgnosticó, nadie podía creer lo que sucedía: la pequeña estaba infectada por una enfermedad de transmisión sexual.
Por todo ello el acusado, de nombre José Rafael B.P. fue condenado por tres delitos de agresión sexual y uno de exhibicionismo. De los siete años que pasará entre rejas, cuatro vendrán por abusar de la hija de su novia, y otros tres por hacer lo mismo con la amiga de ella. Sin embargo, no verá ningún tipo de condena por haber transmitido una enfermedad a una pequeña que tendrá que convivir con un virus durante el resto de su vida.
Esta sentencia se une a otras polémicas, como la que impuso un juez de Cantabria contra un pederasta que había abusado de una menor de cinco años. El magistrado terminó reduciendo la pena porque consideraba probado que la menor no había "opuesto resistencia" a los abusos sexuales, ya que considera que si ella "iba sola", el delito a castigar era menor.