La actual situación jurídica de gran parte del soberanismo y el mantenimiento del 155 hasta la formación de un nuevo equipo de Gobierno, está provocando serias diferencias entre los grupos soberanistas en Cataluña.
Gran parte de ERC y del PDeCAT (la columna vertebral de Junts per Catalunya, candidatura de Puigdemont) se está planteando seriamente la renuncia del expresident para iniciar una nueva legislatura en la que predomine la moderación.
Los partidos del bloque soberanista saben que si Puigdemont sigue con la vía unilateral, la situación de los procesados puede complicarse seriamente. Además, en el caso de que se fuerce una investidura telemática, el presidente del Parlament, Roger Torrent, podría enfrentarse a penas de cárcel.
Este último punto constituye el principal escollo para los republicanos. La lista de Junqueras mantiene en público un hipotético apoyo a Puigdemont, pero las voces que piden su descarte crecen. La última: el diputado por ERC en el Congreso, Joan Tardá, que afirmó tajantemente que "si hay que sacrificar al presidente Puigdemont, tendremos que sacrificarlo".
Sus palabras levantaron una fuerte polvareda en el bloque soberanista, que intenta esconder sus diferencias para ofrecer una imagen de unidad. Quizá por ello, Tardá se vio obligado a matizar posteriormente: "ahora que el embate es más feroz que nunca, queda más claro que Puigdemont ha de ser nuestro candidato".
En el propio PDeCAT las diferencias no son tan evidentes, aunque las fuertes divisiones internas crecen, con mayores apoyos entre el sector que pide un procés más moderado y alargado en el tiempo. Entre ellos, se sitúan personalidades importantes, como la propia coordinadora general Marta Pascal, que fue excluida de la lista de Puigdemont en las últimas elecciones autonómicas.
Otro de los referentes entre la antigua Convergencia, Artur Mas, ha aprovechado para recordar su "paso al lado" para favorecer una investidura que contara con el apoyo de la CUP.
Los cupiers, en este caso, vuelven a ser fundamentales para la formación de gobierno. Ellos sí, al menos, han evidenciado en público su apoyo cerrado al expresident. No apoyarán, aseguran, a ningún Govern que no siga con la vía unilateral. Sin embargo, su bajada de escaños les coloca en una situación de debilidad y correrían el riesgo de ofrecer la imagen de "traidores" en el caso de que obliguen a la repetición de elecciones.
Sin embargo, el independentismo tiene constancia de que tan sólo cuenta con el 47% de apoyos del electorado para continuar con el procés. Por ello, personalidades como Marta Rovira han pedido un Govern que sume apoyos a la "construcción de la República" para plantear una hipotética independencia en un futuro.
Puigdemont como principal "escollo"
Esta crisis y diferencias entre los grupos separatistas está generando una especie de rechazo entre gran parte del soberanismo, que considera a Puigdemont como principal "escollo" para la formación de un nuevo govern y recuperar la autonomía de la región.
Tan solo el círculo más cerrado del expresident ha mostrado su apoyo a continuar con su hoja de ruta, entre los que se encuentran Elsa Artadi, mujer de confianza de Puigdemont y la persona que cuenta actualmente con más papeletas para hacerse con el control del Govern.
Todas estas incógnitas se mantienen a tan sólo un día del debate de investidura, al que Puigdemont, previsiblemente, no asistirá. A pesar de haber solicitado amparo al Tribunal Supremo, su abogado en Bélgica le ha desaconsejado por completo que pise suelo español. Las probabilidades que entre en prisión son altas, lo que le descolgaría completamente de la vida política de Cataluña.