Si el refill ilimitado de bebida aún no ha llegado al McDonald's de tu barrio y ni siquiera puedes rellenarte las tarrinas de ketchup todas las veces que quieras quizás esta noticia no vaya a cambiarte la vida hasta dentro de muchos, muchos años. Si por el contrario tienes la suerte de ser uno de los afortunados que vive cerca del McDonald's de St. Joseph, en Misuri, o aunque sea pasas por la zona cada vez que vas a comprar el pan, podrás beneficiarte de la última iniciativa de la cadena de hamburgueserías para retener a su cada vez más escurridiza clientela.
Si algo funciona por qué no repetir. La gente está encantada con la barra libre de fantas y cocacolas, así que McDonald's está pensando en hacer lo mismo con las patatas fritas. Imagínate comer sin limitaciones esas finas, doradas y saladas patatas fritas que pierden todo el crujiente en cuanto se enfrían (y ya no hablemos de recalentarlas) pero con cuya grasa nos encanta embadunarnos los dedazos. Las mismas patatas que en su día inspiraron el característico logotipo de la 'M' amarilla.
La idea de momento es tan solo una propuesta en prácticas en el citado establecimiento pero no guardamos ninguna duda de que su éxito será tal que se plantearán extenderla a todo el mundo, así que pronto podrías comer patatas sin que el Ronald McDonald's más escalofriante pueda hacer nada por detenerte. El problema, claro, es que la cadena estadounidense no entre en números rojos a base de comprar sacos y sacos de patatas congeladas para los más gochos.
El McDonald's del futuro: más sano y personalizable
Durante los últimos años McDonald's se encuentra probando distintas iniciativas para revitalizar su modelo de negocio, como sillones más cómodos, locales más acogedores o camareros que sirven en las mesas. Escuchar las peticiones de sus clientes habituales está siendo una de las claves en este proceso, lo cual les llevó recientemente a ofrecer en Estados Unidos desayunos durante todo el día (al parecer el McGriddles, una no-hamburguesa de bacon, queso y huevo servida con sirope es una delicia de los dioses) y a recuperar hamburguesas como el McRib, de carne de cerdo.
Por ejemplo, en este McDonald's entre la calle 58 y la tercera avenida de Nueva York se ha introducido el concepto 'create your taste' ('crea tu sabor'). A través de pantallas táctiles puedes confeccionar tu propia hamburguesa, eligiendo el tipo de pan, de queso, de salsa y el resto de ingredientes que desees incluir. A través de la misma pantalla se paga y se recibe un localizador, gracias al cual un camarero te trae el pedido directamente a la mesa que elijas. El cambio también se percibe en la presentación y los ingredientes: las patatas vienen servidas en una cesta metálica y, la hamburguesa, abierta. En McDonald's no quieren tener que ocultar.
Por supuesto, las alternativas más sanas e incluso vegetarianas también están proliferando en sus menús. Ensaladas de lentejas, pollo a la plancha al estilo casero y smoothies de frutas son algunas de las incorporaciones que establecimientos de todo el mundo están incluyendo para combatir la imagen de 'comida basura' que siempre han arrastrado.
McDonald's cerró 2015 con la cifra más baja de los últimos cinco años
McDonald's lleva años reduciendo su margen de beneficios: en 2015 obtuvo 25.413 millones de dólares, la cifra más baja desde 2010. Esto se reflejó con el cierre de 700 locales el año pasado en Estados Unidos, Japón y China.
El problema que tiene la cadena se debe a una competencia creciente. En los últimos años la hamburguesa se ha puesto de moda y han proliferado cadenas y pequeños negocios que ofrecen un producto de más calidad (o al menos así lo percibe el cliente) por un servicio y un precio similar. McDonald's lleva décadas arrastrando un problema de imagen difícil de solventar, acompañado por una rumorología que ha situado en sus cocinas desde ratas hasta todo tipo de problemas de limpieza.
Veremos cómo se ponen las pilas los estadounidenses para revitalizar su negocio y ofrecer una imagen a la altura de la fama cosmopolita y sofisticada que ha ganado la hamburguesa recientemente. Cierto es que su modelo de negocio se basa en la rapidez, pero los consumidores cada vez están más dispuestos a invertir unos minutos más de tiempo a cambio de un producto más sano. O, al menos, que no les evoque todo tipo de desagradables leyendas urbanas en su mente mientras están comiendo. Las estrategias de transparencia y modernización, acompañadas de iniciativas como las patatas fritas ilimitadas, están siendo los primeros pasos. ¿Funcionarán?