Pezones. Los hay cantarines, pequeños, del tamaño de un guisante o más grandes que una Campurriana. Incluso los hay icónicos, como los de Rihanna (que los luce con cada modelito con el que acude a un photocall) o los de Carmen de Mairena. Evidentemente, cada uno por motivos distintos.
Además, sirven para mucho. Para las mujeres, con el fin de amamantar a los niños. Para los hombres... ¡¿Para que co** sirven?! Como no sea para saber que hace frío y tener los pezones "llamadores de castillo", lo cual no tendría mucho sentido, no encontramos una explicación lógica. Esta señora, por ejemplo, se ha mostrado muy indignada por todo:
Así que tendremos que recurrir a la ciencia, cual Einstein, para saber por qué narices los hombres tenemos dos pezones. Y ya de paso, nos plantearemos por qué no está mal visto socialmente que los enseñemos, cuando a muchas mujeres llegan a multarlas por hacer top-less en la playa, así como reflexión metida con calzador (sí, hace falta un día del hombre heterosexual blanco para reivindicarlo).
Vayamos al asunto. El biólogo evolutivo Jay Gould tuvo que ponerse a investigar en 1993 el tema, después de que una oleada de plastas con tiempo libre peticiones le pidiesen una respuesta a tal duda crucial.
Después de mucho tiempo dándole al coco, Gould halló la respuesta: todo sucede en el interior del útero materno, cuando tenemos el mismo tamaño que lo que tiene este hombre entre las piernas. Al parecer, durante las cuatro primeras semanas, todos los embriones se desarrollan de la misma manera, ya que somos seres completamente asexuados y sin que claramente tengamos un género definido.
Todo ello cambia en el momento en el que aparece el denominado cromosoma Y, y dentro de él, un gran gen llamado SRY, que es el que determina que finalmente el embrión se desarrolle con una anatomía masculina (lo cual no implica que la persona sea un hombre).
Por ello, el cuerpo de la persona comienza a bloquear el desarrollo de las estructuras físicas, entre las que se encuentran los senos, que dejan de desarrollarse tal y como sucede en las mujeres. Aunque, a pesar de ello, no evita que algunos puedan después segregar leche a través de sus glándulas mamarias.
Por todo ello, los pezones son simplemente una muestra de que tanto hombres como mujeres hemos sido en algún momento de nuestra vida seres asexuados, que nos hemos terminado desarrollando con una anatomía determinada después de haber sido concebidos.
Todo un canto a la igualdad.