El Papa Francisco sigue concediendo perdones a todos los que eran considerados pecadores por la Iglesia. Esta vez las afortunadas son las mujeres que hayan abortado alguna vez, lo que es considerado como un pecado muy grave que puede llevar a la excomunión, y que ahora el Papa ha decidido perdonar.
En una carta apostólica, Francisco I ha concedido a todos los sacerdotes la capacidad de absolver a "quienes hayan procurado el pecado del aborto". Ya lo anunció durante el Jubileo de la Misericordia, finalizado el 20 de noviembre, afirmando que muchas mujeres y médicos que han llevado a cabo un aborto "llevan en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa". Mediante la nueva carta, esta concesión de perdón se convierte en permanente.
El Papa deja claro que abortar sigue siendo un pecado, pero como buen cristiano cree más firmemente en el perdón: "Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido". También sostiene que cualquier pecado, por grave que sea, puede obtener el perdón de Dios.
Con esta decisión, el Papa concede a la Iglesia la capacidad de avanzar en los derechos de las mujeres y evita que los sacerdotes juzguen con tanta dureza a las mujeres que han decidido tener un aborto, lo que supone una nueva desvinculación de Bergoglio de la Iglesia más tradicionalista.
Ya pidió perdón por el trato de la Iglesia a los homosexuales
En junio de 2016, el Papa sorprendió al mundo afirmando que la Iglesia católica debía pedir disculpas a la comunidad LGTB por el trato recibido durante muchos siglos por parte de la cristiandad. En este momento aprovechó también para pedir perdón a las demás personas que han sido discriminadas por la institución, como "pobres, mujeres maltratadas o niños explotados forzados a trabajar".
El Papa parece tener una misión personal de renovar la anticuada Iglesia católica y adaptarla al siglo en que vivimos, dando ejemplo de que, por muy antigua que sea una institución, siempre puede cambiar sus bases y adaptarse a los nuevos tiempos.
Las mujeres sacerdote, una tarea pendiente
Pero no todo ha cambiado en la Iglesia: sigue habiendo discriminación hacia las mujeres en sus propias filas. A principios de noviembre, el Papa se desdijo de la posibilidad de que se abriera la puerta a que las mujeres pudieran ejercer labores sacerdotales, y para justificarlo se refirió a las palabras que escribió Juan Pablo II en 1994, "la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres".
Si bien Francisco había considerado la posibilidad de que se investigara el papel de las mujeres en la Iglesia, pareció cambiar de opinión, quizá por las críticas de los sectores más conservadores de la Iglesia que acusaban al Papa de no respetar las tradiciones cristianas.