El Papa Francisco, en nuevas declaraciones del pasado martes, afirmó que no es posible que haya mujeres sacertote en la Iglesia católica. Para justificar su convicción, se refirió a palabras de Juan Pablo II, que se mostró muy contundente respecto a este tema en su carta apostólica de 1994, "La ordenación sacerdotal", en la que rechazó la ordenación de mujeres. El entonces papa declaró: "la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres". Francisco ha declarado que estas palabras deben tomarse como definitivas.
Estas declaraciones han sorprendido a la comunidad católica, puesto que en marzo de este mismo año abrió la puerta a la posibilidad de que hubiera mujeres sacerdote. Aceptó la creación de una comisión que investigara el papel de las mujeres en el pasado dentro de la Iglesia y parecía convencido de que las mujeres sacerdote no eran una mera fantasía: "Las mujeres diaconisas son una posibilidad para hoy". Los diáconos tienen el sacerdocio en tercer grado, lo que sería un paso muy importante para la integración de las mujeres en la Iglesia: podrían bautizar y casar a parejas, así como presidir algunas celebraciones no eucarísticas.
La comisión que accedió a crear el Papa Francisco tenía la función de investigar el papel de las diaconisas en el pasado, pues efectivamente existieron, pero no está claro el grado de sacerdocio del que disfrutaban.
Sin embargo, con sus últimas declaraciones el Papa ha dejado claro que este proyecto no se llevará a cabo. Lo cierto es que los sectores más conservadores de la Iglesia criticaron al sumo pontífice, interpretando sus palabras como una falta de respeto a las tradiciones eclesiásticas.
Lo que está claro es que las mujeres sacerdote siguen siendo una utopía para una Iglesia católica que se resiste a evolucionar.