Cuenta atrás para que se celebre el recurso de apelación que la defensa de Ana Julia Quezada presentó tras la condena dictada por la Audiencia de Almería: prisión permanente revisable por el asesinato con alevosía del pequeño Gabriel Cruz.
Los padres del menor esperan que se haga justicia y, aunque confían en que la sentenciada "cumpla la pena que se merece y establece el código penal", aún se podría dar el caso de que la justicia española revoque su pena si los magistrados aceptan el recurso presentado por su abogado. Además de la prisión permanente revisable, Quezada fue también condenada a ocho años y tres meses más por dos delitos contra la integridad moral y otros dos de lesiones psíquicas contra los familiares del joven.
La vista tendrá lugar en audiencia pública el próximo miércoles 29 de enero en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y muchos factores volverán a entrar en juego. Además de la implicada, si a alguien afecta esta cita es a Ángel Cruz y Patricia Ramírez, padre y madre del niño. Para ellos no hay duda, Quezada se peleo con Gabriel "durante 15 o 20 minutos que tardó en fallecer", por lo que aseguran rotundamente que además de alevosía también hubo ensañamiento. Por esta razón, ambos buscan ahora que en caso de que la justicia decida otorgar una pena diferente a la asesina de su hijo, esta considere el ensañamiento en la agresión del 27 de febrero de 2018.
Según un comunicado emitido en audiencia pública ante el TSJA, Cruz y Ramírez afirman que tienen como "responsabilidad" conseguir que se haga justicia. Desde que Ana Julia Quezada recibiera su condena, ambos han estado intentando que se sepa la verdad de lo ocurrido aquella tarde de invierno, cómo fueron realmente los últimos minutos de Gabriel con vida y cuáles fueron las lesiones que produjo en él. Ambos piden que la situación se esclarezca tras el estudio del entramado por parte de la justicia, aunque quieren desmarcarse de toda acusación que pudiera considerar que "quieren inventar hechos" con cada paso dado. "Existen ciertas incongruencias en cómo sucedieron los hechos", han señalado en repetidas ocasiones.
De esta forma, y dejando a un lado el hecho de que la Audiencia ya recibiera asesoramiento por parte de profesionales, Ángel y Patricia han acudido a varios especialistas de medicina interna, así como neurólogos y neurocirujanos para obtener una versión alternativa de lo expuesto en el juicio. La consiguieron, ya que "coinciden" en que tras visionar las pruebas, Quezada acabó con la vida de Gabriel Cruz de forma brutalmente violenta y agonizante, con ensañamiento.
"Total desprecio a su agonía y muerte"
Haciendo alusión a las lesiones, ellos argumentan que "por el tiempo que tardan en producirse cada una, obedecen a una secuenciación de hechos en los que su asesina, lejos de pararse a reflexionar, como ella declaró, quería que Gabriel se callara y se peleó con él durante 15 o 20 minutos que tardó en fallecer. Le seccionó su muñeca con total desprecio a su agonía y muerte", apuntan.
Los progenitores del pequeño están seguros de que hay quienes han intentado que "los detalles más escabrosos no fuesen publicados", pero seguirán luchando por hacer que Quezada "no haga daño a nadie más". Por otro lado, también han sacado a la luz el caso de la hija mayor de Ana Julia, que falleció en Burgos en circunstancias no del todo claras. Al parecer, la muerte fue declarada accidental. Por ello y por la totalidad de las pruebas presentadas, piden al Superior que otorgue "una pena mayor de cinco años si se derogase la prisión permanente revisable". "Solo así podría determinarse la agravante de ensañamiento que supondría, según el Código Penal", explican.
A espera de la decisión final que contemple de una forma u otra la firmeza de la condena interpuesta por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería, Ana Julia se encuentra cumpliendo condena de forma provisional en el centro penitenciario de Brieva (Ávila), el mismo donde se encuentra Iñaki Urdangarin. Sin embargo, al tratarse de una cárcel exclusivamente de mujeres, es posible que ni se hayan visto las caras.