Greta Thunberg tiene solo 16 años y es la activista más famosa del planeta. Tiene un espacio reservado en la ONU y la sueca pretende luchar contra el cambio climático, aunque tenga que enfrentarse a los líderes más grandes.
Sin embargo, no todo es de color rosa y la vida de Greta no siempre ha sido como es ahora. Su padre, Svante Thunberg, ha admitido que, aunque su hija ha conseguido animarse desde que es activista, él continúa preocupado, ya que la joven sufrió depresión durante tres años e incluso dejó de hablar.
La joven sueca es un símbolo de lucha global y ha conseguido llevar su campaña por diversos países. Además, estuvo presente en la Cumbre del Clima en Madrid en diciembre de 2019. La vida de Greta cambió desde que se convirtió en una especie de icono, pero la de su familia ya había cambiado antes.
Svante añadió que tuvieron que llevar a cabo cambios en su estilo de vida para "salvar" a su hija, que dejó de comer y no quería ir al colegio. Añade que, sin embargo, aunque ahora Greta es más feliz, no apoya que se saltara las clases para protestar ante el calentamiento global. Asimismo, declaró a la BBC que le preocupa el odio que recibe y las noticias falsas que se generan a su alrededor. Declaró que su hija había estado en depresión durante tres o cuatro años, en los que "dejó de hablar, dejó de ir a la escuela". Añadió que, cuando quiso dejar de comer, pasó por la peor pesadilla por la que podría pasar un padre.
La solución
Svante añadió que la forma de ayudarla que encontraron fue pasar más tiempo con Greta y su hermana, Beata, en su casa de Suecia. Para ello, la madre de la joven activista tuvo que cancelar algunos contratos para estar junto a su familia, ya que Malena Earnman, madre de Greta, es cantante de ópera profesional e incluso pasó por Eurovisión.
Desde entonces, Greta empezó a manifestar su interés acerca de afrontar la crisis climática; según su padre, comenzó a tomarse seriamente el problema medioambiental en el que estamos sumidos, llegando a decidir su madre que no volaría más en avión. "Yo hice todas estas cosas, sabía que eran las cosas que había que hacer, pero no lo hice para salvar el clima, lo hice para salvar a mi hija. Tengo dos hijas y, para ser honesto, ellas son todo lo que me importa. Solo quiero que sean felices", agregó. Dice, eso sí, que ahora Greta sí es feliz y se comporta como el resto de adolescentes: "baila, se ríe mucho, se divierte".