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Política

¿Qué pactos pueden surgir tras el 10-N?

Los sondeos dan una idea de los bloques y posibles pactos que surgirán tras las elecciones generales.

¿Qué pactos pueden surgir tras el 10-N?

El 10 de noviembre los españoles volveremos a la urnas por capricho de los políticos, incapaces de aceptar que los tiempos de mayorías absolutas han terminado y que ahora toca dialogar y pactar. Durante mucho tiempo los partidos ejercieron sus papeles de una forma muy cómoda, especialmente los dos grandes, los cuales disfrutaron del bipartidismo que tanto añoran hoy, cuando el multipartidismo se ha instalado en nuestro sistema.

Ha arrancado una campaña electoral atípica por los tiempos ya que, gracias a la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) abordada en 2016, esta campaña tan solo durará ocho días, convirtiéndose en la más corta de la democracia; pero también por las formas, pues los líderes políticos han bajado los decibelios al ver que los españoles no votarán más crispación, enfrentamiento o bloqueo institucional.

El último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) colocaba la política y los partidos como el segundo problema para los españoles, algo que no pasaba desde la década de los 80, y una encuesta anterior del mismo organismo hablaba de la desconfianza, el aburrimiento, la indiferencia y la irritación como los principales sentimientos que despierta la política entre los ciudadanos. Si atendemos a estos datos, no debiera extrañarnos que se prevea una subida de la abstención respecto a las elecciones del 28 de abril, reflejada ya en el notable descenso de las peticiones de voto por correo, con todo lo que ello implica para los diferentes bloques.

Bloque de izquierdas frente a bloque de derechas

En la derecha, Santiago Abascal (VOX), Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Ciudadanos)
"En la derecha, Santiago Abascal (VOX), Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Ciudadanos)"

Si la demoscopia no se confunde -y en este caso hay práctica unanimidad, salvo el CIS, que sigue aplicando el método Tezanos- una vez se abran las urnas el 10-N por la noche nos encontraremos con una situación parecida a la actual o, si me apuran, más endiablada todavía. Los dos bloques competirán durante esta escasa semana para que la balanza se decante hacia su lado, pero todos saben que lo tienen muy difícil. El empate técnico con el que comienza la campaña electoral no se verá afectado de forma significativa ni por ese altísimo porcentaje de españoles que a estas alturas se declaran indecisos cuando se les pregunta por el sentido de su voto.

El bloque de izquierdas -PSOE, Podemos, Más País-Equo- perderá fuerza respecto a las elecciones del 28A, pero esto no significa que por eso no pueda aventajar al de derechas en un puñado de escaños, en cualquier caso, quedarán muy lejos de la tan ansiada mayoría progresista; mientras que el bloque de derechas verá frenado su ascenso por el más que previsible descalabro de Ciudadanos, algo que no podría suplirse ni con la subida de los otros dos partidos en liza, Partido Popular y VOX. Visto así, los partidos regionalistas y nacionalistas volverán a ser decisivos a la hora de abordar pactos de gobernabilidad, con todo lo que ello implica en una situación como la actual.

Si hay algo verdaderamente destacable entre las muchas cosas que se prevén que sucedan al abrir las urnas, esta es ver a un partido de extrema derecha como tercera fuerza política en el parlamento español, algo que pronostican todos los sondeos, y que convertiría a VOX en un actor fundamental del bloque de derechas, pasando de ser apoyo a gobiernos de coalición PP-Cs a miembro de esos ejecutivos, porque en ningún caso permitirían que fuese de otra manera.

Los radicales se alimentan de los votos que se fugan del PP -también sucede en la dirección contraria-, de Ciudadanos e, incluso, del PSOE, algo que tiene su explicación en la afronta del secesionismo catalán a la unidad de España. Entonces, ¿qué podría pasar? Siendo esto así, el escenario poselectoral presentará las mismas dificultades que había en abril, demostrándose así lo innecesario que era repetir elecciones y, a su vez, demostrando una vez más que los políticos rara vez piensan antes en los intereses de España que en los suyos propios.

Pragmatismo por emcima de ideologías

En la izquierda, Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesis (Unidas Podemos) e íñigo Errejón (Más País)
"En la izquierda, Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesis (Unidas Podemos) e íñigo Errejón (Más País)"

Pedro Sánchez dijo hace unos días que esta vez "el voto será más pragmático que ideológico", algo que queda muy bien en declaraciones a los medios para apelar al tan manoseado término voto útil, pero que tiene más de ensoñación y deseo que de realidad. Desconociendo la fuente que asegura esto al Presidente y viendo que, en términos que entiendan nuestros actuales líderes políticos, el escenario seguirá siendo de ingobernabilidad absoluta por los egos e intereses, el voto en el bloque de izquierdas variará muy poco, mientras que en el de derechas sí habrá cambios más significativos, pero que en pocos casos responden al pragmatismo sino a la desafección.

El dato más importante en la noche del próximo domingo será saber qué bloque tiene más escaños, porque de eso dependerán las futuras conversaciones para conformar gobierno. El bloque de derechas tendrá muchas más dificultades a la hora encontrar apoyos externos a su posible coalición, mientras que el de izquierdas sí estaría en condiciones de sentarse a dialogar con nacionalistas, pero tendría que verse si el PSOE puede asumir las exigentes peticiones que estos harían, algunas de ellas, bordeando la ilegalidad.

La única fórmula que sí sumaría y permitiría la conformación de un gobierno estable sería la gran coalición, pacto de PSOE y PP, algo que ya propuso Mariano Rajoy y fue descartada por Sánchez, algo que también ha hecho hace recientes días. Si bien hay que saber que Pablo Casado no es Mariano Rajoy, y donde el expresidente hacia primar la moderación, estabilidad y gobernabilidad, el actual mandatario popular hace primar el sesgo ideológico y la política visceral, aunque haya cambiado su estrategia para captar votos.

El 10-N no traerá sorpresas, tan solo, una vez más, un mandato claro a los políticos para que acuerden y pacten por encima de ideologías. Hay unanimidad en que los españoles, también esta vez, estaremos a la altura, pero hay pocas esperanzas en la capacidad y responsabilidad de unos líderes políticos que piensan más en su sillón que en el bienestar del pueblo que sin falta acude a pagar sus impuestos para que ellos cobren sus sueldos.  

«Tout pour le peuple, rien par le peuple» (Todo para el pueblo, nada por el pueblo), que dirían los monarcas déspotas del siglo XVIII. Han pasado muchos años, la sociedad ha avanzado mucho pero, ¿y los intereses de los políticos?. Cuando las urnas se abran el 10-N, nosotros habremos barajeado las cartas, después serán ellos, los políticos, los que tengan que jugar la partida. Suerte.

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